domingo, 4 de abril de 2010

GRAN VÍA INSÓLITA... Y ATLÉTICA

Hoy se cumplen cien años desde que el rey Alfonso XIII inaugurara las obras de apertura de la Gran Vía madrileña. Nuestro consistorio ha tenido a bien conmemorar tamaño acontecimiento con una serie de actos y ceremonias que no voy a recomendar a nadie, aunque sí la lectura del precioso libro llamado “Gran Vía 100 años”, editado por el Ayuntamiento, en el que se cuenta e ilustra la historia de esta calle.

Su apertura respondía a un programa urbanístico que desde el siglo XIX defendía abrir una arteria amplia, higiénica y moderna, que comunicara los nuevos barrios de Madrid, en sentido este-oeste, al igual que había un eje que vertebraba la ciudad de norte a sur como eran los paseos del Prado, de Recoletos y de la Castellana. Con esta vía se quería dotar a la ciudad de una calle moderna, en la que se ubicaran los servicios terciarios que tanto necesitaba. De paso se derribaba un barrio insalubre, pobre y conventual, de callejones estrechos y oscuros, de casas pobres, típicas de la ciudad antigua, que se consideraban insalubres. Para ello hubo que expropiar y derribar cientos de edificios. Más de treinta años se tardó en construir la Gran Vía, en tres tramos: el primero (1910-1916) comienza en la calle Alcalá hasta la red de San Luis, el segundo (1917-1929) llega hasta la plaza del Callao, y el tercero, que se terminó después de la guerra, termina en la plaza de España.

Allí se levantaron edificios que en aquel tiempo fueron los más altos de Europa: los primeros grandes almacenes de Madrid, edificios de comunicaciones, como el de Unión Radio y de la Telefónica, cines, teatros, hoteles y clubs de elite, salas de conciertos, edificios de oficinas, tiendas lujosas y modernas, apartamentos, cafeterías a la americana... Fue el centro comercial, de ocio y de negocio, que estuvo de moda durante décadas. Desde allí Hemingway y John Dos Pasos escribieron sus crónicas sobre la guerra civil, y en la posguerra allí se hospedaron las grandes estrellas de cine como Ava Gadner o Sofía Loren, se organizaban tertulias literarias, Chicote hacía sus oscuros negocios en su bar, se recibió al presidente de Estados Unidos, etc. Yo no conocí la Gran Vía en su esplendor, la que había sido signo de la modernidad de la capital, donde se mezclaban todo tipo de arquitecturas, con su pretendido carácter cosmopolita.
Quien quiera conocer y ver más cosas sobre esta calle, no tiene más que pinchar aquí:

Cuando paseaba de niño por esa calle, en los años 60 y 70, siempre tuve la sensación de que esa especie de Nueva York a la española, mezcla castiza de Broadway y Quinta Avenida, convivía con la tiña y la mugre de sus calles aledañas, aquellas que fueron quebrantadas para su apertura y que ahora desembocaban en ella. Desde su aparente esplendor se atisbaban esas callejas oscuras y a los pobres, vagabundos, rateros y prostitutas que las habitaban, aunque no se atrevieran a frecuentar tan lujosa calle, llena de gente rica y bien vestida.
Los centros de poder y modernidad de la ciudad se desplazaron hace tiempo a otros lares. El bar de Chicote es hoy un museo. Se han cerrado casi todos sus cines y los centros comerciales sufren para sobrevivir. Y aunque todos los edificios que se construyeron siguen en pie, y la Gran Vía está atestada de transeúntes, la “gente guapa” se marchó hace tiempo. “En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño”, que diría nuestro famoso hidalgo. Parece como si aquellos barrios desgarrados hace un siglo, quisieran ahora tomar venganza. Los drogadictos, marginados, desesperados y buscavidas, a la vista de que el dinero y el poder le han dado la espalda, han tomado de nuevo esa calle, sobre todo a partir del anochecer. Los turistas y curiosos han de prevenirse de esa fauna.
A pesar de su actual decadencia, que se quiere revitalizar, hay que reconocer que en todos estos años la Gran Vía nos ha dejado todavía infinitas anécdotas e historias que se pueden rescatar del olvido, pues contienen el espíritu del XX en nuestra ciudad, y también imágenes insólitas, que son las que ahora traigo.
Las primeras que me llaman la atención son aquellas en que la han filmado, pintado o fotografiado totalmente desierta, como en el cuadro de Antonio López que encabeza la entrada, o la película “Abre los ojos” de Alejandro Abenamar.
Insólita es la secuencia del edificio Capitol, en la película “el día de la Bestia", igual que la de Edgar Neville, que hizo montar a caballo a Fernando Fernán Gómez en la película “El último caballo”...

Ignacio Goitia la llenó de jirafas... Incluso el Atlético de Madrid, cuando subió del infierno de la segunda división, consideró que el mejor sitio para salir era por una alcantarilla de la Gran Vía.
Sí..., soy del Atlético. Algunos vecinos míos en esta ciudad prefieren el monocultivo del Real Madrid y no entienden la disidencia atlética. Pero los del Atléti somos como esos barrios pobres que algunos creían destruidos para siempre, que tenemos nuestro corazoncito y pensamos que nos asiste el derecho a salir del subsuelo y ocupar un pequeño sitio bajo el sol. ¡Faltaría más! Y ¿qué mejor sitio que en la Gran Vía? Un sitio perfecto para recordar a algunos prepotentes que todo esplendor tiene su fin.

3 comentarios:

  1. "Hay tanta gente que no viene nadie"
    Así resumía una aristocrática uruguaya la situación de un sector de playa en Montevideo a propósito del abandono de la gente guapa que siempre se retira a la periferia, o al centro inaccesible, en su marginalidad buscada y seguida por las desesperadas aspiraciones de las clases medias.
    En mi ciudad...mientras más arriba más elite, si hay gente que habita ya entre riscos en donde la soledad debe pesar tanto más que el dinero.
    Un comentario final Antipático, los pobres siempre están agazapados en los intersticios de las ciudades ...y de la vida. Son, al decir de Primo Levi, los hundidos, los derrotados. Adoptan mil caras, muchas de ellas nos parecen peligrosas, pero detrás de una prostituta extranjera no pocas veces se esconde una madre desesperda y detrás de un drogadicto hay regueros de abuso y dolor.
    Ud. ha descrito, maravillosamente bien a mi juicio, la irrupción de lo "bello y nuevo" en medio del oscuro Madrid indeseado, el que vuelve,renovado en su dolor, una vez que los pretendidos, y pretenciosos, habitantes deseados han huido, quizá por haber visto brillar unos ojos hambrientos en las calles destapadas por esta Gran Via.

    Gracias por sus escritos siempre iluminan y enseñan.

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  2. ....me lo he pasado muy bien leyendo tu artículo.....y el broche final athlético...me ha encantado....¡¡¡¡ Berta

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