Leo en la prensa que el artista norteamericano Spencer Tunick acaba de fotografiar, una vez más, a miles de ciudadanos desnudos, esta vez frente al teatro de la ópera de Melbourne. Tunick comenzó en el año 1992 fotografiando personas desnudas por las calles de Nueva York. Sus fotos rápidamente se hicieron populares y decidió ampliar su trabajo por otros estados de Norteamérica, en su proyecto denominado Naked States (Estados desnudos). A partir de aquí, Spencer Tunick realizó Naked pavement (Pavimento desnudo), partiendo de las mismas reflexiones acerca de la relación entre el cuerpo desnudo y el espacio público en un contexto urbano.
Más tarde hizo una gira internacional, a la que denominó Nude Adrift (Desnudo a la Deriva). Este artista que fue arrestado en 1994 cuando fotografiaba a una modelo desnuda en Manhatan, ahora desnuda a miles de personas con el beneplácito y el apoyo de las autoridades locales y culturales de cada país. En ellas capta las imágenes de personas sin ropa, de pie o tumbadas, en la calle, en el campo, en glaciares y edificios, en museos, en teatros, al pie de las estatuas, en estadios de fútbol, en barcas, sobre los puentes, en las aguas, bajo los árboles, en bicicleta, etc... Si se ha hecho mundialmente famoso ha sido por su capacidad de convocar a miles de personas dispuestas a desnudarse frente a su cámara y ante sus ciudadanos. Por su parte el espectador recibe un mensaje altamente atrayente con tintes de anormalidad, el paisaje ya no es el mismo, Tunick lo ha modificado radicalmente. Se observa un espacio cotidiano trasformado por una actitud colectiva, tan simple pero a la vez tan simbólica, como es desnudarse. Traspasando por unos minutos leyes y normas, conquistando una libertad que se esfumará al finalizar la instalación de Tunick. De este instante permanece el recuerdo a través de la imagen (fotografía y video), tanto para los participantes, que son voluntarios, como para los miles de curiosos y seguidores de la obra del artista estadounidense. Ha batido todos los records fotografiando desnudos a miles de belgas, ingleses, franceses, australianos, canadienses, chilenos, mejicanos, venezolanos, suizos, o españoles y qué se yo cuántos más. Históricamente los artistas han intentado, en innumerables obras de arte, plasmar la belleza de la figura del cuerpo humano desnudo utilizando excusas del más variado pelaje, porque el desnudo no era una cosa aceptable en las sociedades en que vivían. Para representar la imagen de un desnudo antaño se recurría a unas cuantas excusas tradicionalmente aceptadas para, bien en el contexto del arte religioso, como expulsión de Adán y Eva del Paraíso o el martirio de San Sebastián, bien dentro del arte profano, sobre todo escenas mitológicas o históricas. Los desnudos colectivos no han sido tan frecuentes en la historia del arte, pero haberlos los hay. Se han reservado sobre todo para representar a las almas que, penan en el infierno o el purgatorio, o que se enfrentan desnudas al juicio final., aunque también ha habido otras exposiciones más festivas del desnudo colectivo.
Pero ¿tienen algún significado concreto las fotografías o las instalaciones de Tunick? Supongo que son una manera muy llamativa de comunicarnos mensajes ecologistas, sociales o políticos, aunque algunas veces no está tan claro ese propósito. Otras veces transmite la transgresora sensación de libertad en el acto de desnudarse en lugares y paisajes públicos. El vestido ha sido el modo tradicional de integración social, y a través del traje se encuadraba a cada uno en su sexo, clase, profesión y categoría, y también a través de él el individuo conseguía distinguirse del resto de sus semejantes. Hoy, a pesar del avance relativo del naturismo y la tolerancia en algunas sociedades, desvestirse en público, si no supone un escándalo, al menos permite señalar lo que no nos gusta en una sociedad de seres vestidos, integrados y conformistas. Ya no son los hombres los que son juzgados desnudos, sino que son los hombres desnudos los que juzgan a la sociedad o la discuten.
Las figuras de Tunick no buscan en historias del pasado o imaginarias ninguna excusa para salir desnudas, salen a la calle, en masa, exhibiendo su cuerpo, para decir: “aquí estamos liberados y fijaos bien en esto o en aquello”. De sus imágenes afloran una serie de tensiones entre los conceptos de lo público y lo privado, lo permitido y lo prohibido, lo individual y lo colectivo. Mucho más difícil es saber los motivos de sus modelos, que supongo que serán muy variados. Miles de desnudos particulares que conforman una masa inmensa de cuerpos, creando un clima liberador y catártico para los participantes, que posan desnudos entre miles de iguales, despojados de todas las protecciones y escudos de la vestimenta. Personalmente prefiero las fotografías de Tunick que me recuerdan más El jardín de las delicias de el Bosco.
O instalaciones extrañas que guardan un cierto paralelismo con La fuente de la vida.
Pero ¿tienen algún significado concreto las fotografías o las instalaciones de Tunick? Supongo que son una manera muy llamativa de comunicarnos mensajes ecologistas, sociales o políticos, aunque algunas veces no está tan claro ese propósito. Otras veces transmite la transgresora sensación de libertad en el acto de desnudarse en lugares y paisajes públicos. El vestido ha sido el modo tradicional de integración social, y a través del traje se encuadraba a cada uno en su sexo, clase, profesión y categoría, y también a través de él el individuo conseguía distinguirse del resto de sus semejantes. Hoy, a pesar del avance relativo del naturismo y la tolerancia en algunas sociedades, desvestirse en público, si no supone un escándalo, al menos permite señalar lo que no nos gusta en una sociedad de seres vestidos, integrados y conformistas. Ya no son los hombres los que son juzgados desnudos, sino que son los hombres desnudos los que juzgan a la sociedad o la discuten.
Las figuras de Tunick no buscan en historias del pasado o imaginarias ninguna excusa para salir desnudas, salen a la calle, en masa, exhibiendo su cuerpo, para decir: “aquí estamos liberados y fijaos bien en esto o en aquello”. De sus imágenes afloran una serie de tensiones entre los conceptos de lo público y lo privado, lo permitido y lo prohibido, lo individual y lo colectivo. Mucho más difícil es saber los motivos de sus modelos, que supongo que serán muy variados. Miles de desnudos particulares que conforman una masa inmensa de cuerpos, creando un clima liberador y catártico para los participantes, que posan desnudos entre miles de iguales, despojados de todas las protecciones y escudos de la vestimenta. Personalmente prefiero las fotografías de Tunick que me recuerdan más El jardín de las delicias de el Bosco.
O instalaciones extrañas que guardan un cierto paralelismo con La fuente de la vida.
Decididamente prefiero los lugares imaginados por los artistas de antaño en los que los hombres viven dichosos y desnudos, disfrutando de los placeres de la naturaleza, o bañándose en las aguas de la eterna juventud. Por eso yo personalmente valoraría más las fotografías que reflejaran la alegría y el gozoso esplendor de los cuerpos desnudos, y no sólo la protesta circunspecta y concienciada unos seres serios, en serie retratados. Estas fotos fueron en su día una novedad, pero como decía el otro día Martín Scorsese en una entrevista: “No paramos de descubrir cosas nuevas y la mayoría de ellas son viejas”.
Antipático, tampoco son de mi agrado estas acciones de arte.
ResponderEliminarEs un desnudo en masa, anónimo, industrial por su escala. Esta misma masividad hace que el desnudo pierda esa luz que al decir de Benedetti, cantado por Serrat, posee el cuerpo de una mujer desnuda y en lo oscuro.
El desnudo de la dama en "Le Déjeuner sur l'herbe" es transgresor por su singularidad, por su candidez y por la propuesta, de frente, de encuentro personal, entre una pregunta en piel y una mirada desde el traje que no proteje de la mirada que se escapa.
El cuerpo desnudo es una donación de amor, de belleza en los ojos del que mira, aún cuando la edad haya hecho su trabajo o cuando el niño es una verdadera poesía encarnada en su cuerpito regordete.
El calendario de las damas inglesas es maravilloso por su sutileza y singularidad, por el poder del desnudo concedido...porque no olvidemos que el desnudar a alguien en contra de su voluntad, o conciencia, es un acto violento y excecrable.
Nuestro cuerpo es hermoso, en su fragilidad e imperfección naturales, y en medio de la naturaleza, de otro cuerpo o de un paraje, es donde gozamos del sol de las caricias o de las caricias al sol.
Las multitudes, con ropa o sin ella,no suelen ser acogedoras ni dadas a la experiencia del encuentro y de la intimidad.
Lo desordenado de mis ideas se debe a que expongo en ellas mi alma desnuda.
Gracias Antipático por tus escritos.Me inspiran y siempre aprendo. A veces, arriesgo y comento.Pido disculpas si no sé estar siempre a la altura.
Nunca me he sentido escandalizada por un cuerpo desnudo y solo me he sentido desnuda en los ojos del que se escandaliza. Me resulta mucho más dificil desnudar mi alma, eso sí que me da pudor. Y el día en que encuentras a alguien con quien hablar a calzón quitado, allí encuentras de verdad la fusión.
ResponderEliminarEl único desnudo que realmente me parece sublime es el de David. En principio fue un bloque de mármol mal desbastado, abandonado en el patio de la fábrica de la catedral de Florencia; que Miguel Angel convirtio en un colosal figura, que me dejo sin respiración al ver la perfección de su anatomia y la belleza de sus rasgos .
ResponderEliminarMencion aparte , "mi David" durmiendo...
Anónimo: en ningún caso sus comentarios son inoportunos, y el que tengo que pedir disculpas soy yo. El otro día me puse a cambiar la configuración de los comentarios, y creo que borré por accidente uno suyo, cuando todavía no lo había leído. Aunque, ¿era suyo? Eso de ser anónimo tiene sus incovenientes.
ResponderEliminarUna puntualización, a mí me gustan las instalaciones de Tunick, me parecen chocantes, liberadoras y algunas con una gran carga estética. Si no, no las habría puesto en este blog. Lo que pasa que me gustan unas más que otras, emasiado serias. Me gustan los cuerpos desnudos, de uno en uno o de mil en mil.
Lo que pasa es que he de reconocer que el hombre no es un “mono desnudo”, pues en la naturaleza no se encuentra un solo ser humano desnudo: siempre será un mono “vestido” o al menos adornado, y si el traje no siempre existe, los collares, cinturones, peinados, pinturas, etc..., nunca faltan en las etnias de países cálidos que aún no han llegado a la edad industrial y que tendemos a asimilar con los antepasados de la raza humana. Eso lo corroboran los vestigios arqueológicos que tenemos del hombre prehistórico, que lo componen son raspadores de piel, agujas de hueso, palitos de cierre, adornos de concha y cosas similares.
Hay tres motivos tradicionales que suelen explicar este comportamiento pertinaz de vestirse, único entre las especies animales: la necesidad de proteger el cuerpo frágil, la vanidad y el pudor. Por esas razones la costumbre de vestirse es muy poderosa, y es una manera de integrarse en la sociedad. Pero entonces, ¿por qué nos desnudamos? Desvestirse se convierte en algo transgresor, bello, sincero, erótico y divertido. A muchos les parecen estas razones muy atractivas.
El naturismo se define a sí mismo como una forma de vivir en armonía con la naturaleza, caracterizada por la práctica del desnudo en común, con la finalidad de favorecer el respeto a uno mismo, a los demás y al medio ambiente. La costumbre de vestirse es muy poderosa en nuestra sociedad, es una manera de integrarse en ella, y por eso los naturistas se ven abocados en los países que los toleran, a crear sus comunidades en lugares apartados del resto de la sociedad.
Además, igual que no comparto el binomio desnudo = naturaleza, tampoco comparto la identificación de natural = bueno, pues depende; a cosas como el arsénico, un tsunami o un rayo que me parta, no les veo su lado bueno, por muy naturales que sean. La especie humana ha sobrevivido, gracias a la tecnología, protegiéndose de una naturaleza que, a pesar de que le da de comer, siempre le ha sido hostil.
A mí me parecería muy bien que pudiera ir desnudo quien quisiera, sin necesidad de recluirse en guetos. Pero seamos polémicos, el ser humano desde sus más remotos orígenes, y a pesar lo que digan los naturistas, no se encuentra muy a gusto sin ropa, el vestido es parte del confort humano y el estado natural es más ir vestido que ir desnudo.
Quizá por eso, porque vestirse es lo normal, tienen tanto éxito de participación y espectadores las instalaciones de Tunick.
Regenta no sé cómo no te da vergueza, tú qué eres tan seria, hablar de David desnudo: menos mal que en los comentarios no puedes mandar fotos, porque si no..., vete tu a saber.
ResponderEliminarHélène: Estoy de acuerdo que lo de compartir la intimidad es mucho más complicado que mostrarse sin ropa, sólo hay que superar la vergüenza y algún complejillo..., pero lo de mostrarse desnudo por dentro te hace vulnerable, y eso es mucho más peligroso que enseñar michelines.
ResponderEliminarLo del escándalo del desnudo es una cosa que va y viene en las sociedades, y en la nuestra parece, gracias a Dios, que está apagándose por ahora, aunque nunca se sabe. El delito de escándalo público quedó abolido aquí hace ya años.
De hecho, Tunick eligió la ciudad de Barcelona para uno de sus encuentros, además de porque estaba de moda, porque su ordenanza municipal permite a la gente, si quiere, ir desnudos por la calle. No parece que tal norma tuviera una gran demanda social, porque no se ve mucha gente paseando desnuda por la ciudad condal.
pues yo prefiero mil veces desnudar mi alma que mi cuerpo... no sé bien por qué, pero decir lo que siento no sólo no me da pudor, sino que me libera, y sin embargo, enseñar mi cuerpo... será que como a mí no me gusta, supongo que a los demás tampoco...
ResponderEliminaren relación a las fotos, es verdad que al principio sorprenden por novedosas, pero a la cuarta... ni te llaman la atención. Eso sí, en la que estan todos de espaldas apoyados en una barandilla de una escalera de caracol, con todos los culetes prietos, me encanta...
que buena cena ayer, antipático, estuve, estuvimos, felices.
besos,
mery
Estimado Antipático
ResponderEliminarEfectivamente era mi humilde comentario de Córdoba inundada con unos vesos del Collar de La Paloma los que no resistieron su poda furiosa y su despiadada censura.
Insisto en que lo que no me gusta de Tunick es lo "industrial" no el desnudo en sí mismo que lo encuentro ...divertido y transgresor pero ...sobre gustos no hay nada escrito (mucho hay, decía mi profesor de Estética, sólo que Ud. no lo ha leído)
La ropa nos protege y nos esconde ¿cuántas veces unas gafas nos sirven de más protección que una armadura? ¿Cuantas horas escogiendo un vestido que a "él" vaya a gustarle?
¿Y como llevamos el traje a la entrevista de aquel trabajo que tanto necesitamos? ¿Y nuestra piel...para apasionar, vestida con ropa que insta más a su despojo que a su permanencia?
Con la ropa decimos muchas cosas y en ella nos refugiamos no sólo por razones fisiológicas. Es nuestra propia obra de arte como la "habitamos", se curva con nuestras formas..se adpata a nuestro andar agachado, aunque en vez de un diseño de Gaultier sea uno de rebajas, caminamos por la calle como una reina esclavizada.
¡Y cómo vestimos la mesa para el que viene a comer¡ El lino sublime bordado por nuestras abuelas,con flores y velas...la comida honrada con el mejor vino, todo ofrecido a nuestros invitandos, vengan éstos vestidos o desnudos. Yo suelo invitarlos vestidos pero luego de su inspirador escrito les daré un "fresco" nude code dress.