viernes, 26 de febrero de 2010

WYNDHAM LEWIS


El otro sábado estuve disfrutando la visita a una exposición sobre la obra de Wyndham Lewis (1882-1957). Este artista y literato inglés lideró el vorticismo, único movimiento artístico relevante que se desarrolló en Inglaterra en la época de las vanguardias de principios de siglo, y que impulsó Lewis desde su revista “Blast” (explosión). Como puede verse en la exposición, la obra de este artista tiene un enorme interés y valor, y ahorale reivindican, después de haber sido olvidado, denostado y atacado.

¿La razón? Siempre hay muchas razones para cualquier cosa. Las razones son muy sospechosas, se encuentran siempre que se quiere. Probablemente en su caso hay muchas razones todas ellas poderosas: criticó, desde posturas claramente individualistas, las concepciones del ambiente artístico e intelectual de su época, lo que le valió el desprecio de la elite intelectual imperante; pero digo yo ¿acaso no honramos desde su publicación la “Deshumanización del arte” de Ortega. Rechazaba a la masa y al público por la inercia con que arrastraba el gusto de las personas, sin que estas se pararan a reflexionar sobre esas modas, lo que le enfrentaba a las corrientes socialistas; pero hoy en día, ¿quién no rechaza los gustos y la inercia chabacana de la masa? Fue tildado de misógino; y ¿qué me dicen de Picasso, por qué no le despreciaban?


A pesar de su conversación divertida y sus exquisitas maneras, tenía un carácter irascible y difícil. Después de la Primera Guerra Mundial, que le hizo perder parte de su alegría, era consciente de su aislamiento intelectual y de su enfrentamiento a la sociedad que le rodeaba. Publicó entonces otra revista llamada expresivamente “Enemy”.

Pero hemos de reconocer, que se equivocó enormemente sobre la ideología fascista. La Primera Guerra Mundial le dejó secuelas imborrables, y siempre mostró un enorme terror a la guerra. Ese terror al enfrentamiento armado le llevaría, en el período de entreguerras, a acercarse al bando equivocado por el que mostró su simpatía, remarcada por su relación con el poeta Ezra Pound, que fue condenado por traición tras la Segunda Guerra Mundial. Llegó a publicar un libro sobre Hitler, en el que le llamaba “hombre de paz” y defendió algunos aspectos del fascismo frente al comunismo. Y aunque nunca militó en ningún movimiento, pues odiaba la política y los gregarismos, aquello no le fue perdonado. Realizó intentos posteriores por matizar aquellas opiniones, pero todo fue inútil: no impidieron que su reputación quedara dañada de forma definitiva.

Paseando por la exposición, compruebo la enorme fuerza de sus dibujos, de sus cuadros de la primera época “vorticista”, movimiento que personalmente me parece muy influido por el cubismo y el futurismo; el uso del color, el impacto expresivo de su pintura; pero a medida que se va observando su evolución como artista, mi admiración crece: sus retratos al óleo y en dibujos son excepcionales, sus composiciones abstractas interesantes. Publicó casi cincuenta libros en toda su vida.
A partir de 1931, cuenta con la presencia inseparable de su mujer Gladis Anne (Froanna) Hoskyns, de la que pueden verse hermosísimos retratos en esta exposición. Observándolos uno no alberga duda de su amor. Con ella vive los momentos amargos de escasez y penurias durante la Segunda Guerra Mundial, después su aislamiento, la enfermedad y finalmente la ceguera, que le obligó a dejar de pintar, aunque siguió escribiendo.
Contemplando la belleza que fue capaz de crear con su pintura, se entiende que, a pesar de la marginación de la que fue víctima en vida, tras su muerte se le dedicara una gran exposición antológica en 1956 en la Tate Gallery de Londres, como reconocimiento a su talento.
Esta marginación a quien no comparte las ideas dominantes y ortodoxas, a menudo ha hecho que se quiera olvidar a grandes artistas. ¿Cuántos de ellos no estarán enterrados definitivamente en el olvido? Pero de vez en cuanto la obra de estos proscritos, cuyas vidas, ideas y actitudes nos pueden repeler, logra sobrevivir, surge potente y su luz se nos impone, al margen del contexto social o político en el que fue creada, al margen de la vida, más o menos miserable o ruin de su autor, incluso aunque nos repugnen sus ideas políticas. De lo contrario no podríamos disfrutar, como lo hacemos, de la obra de literatos y artistas que no dudaron en adular y servir de propaganda a reyes absolutos, tiranos intolerables, emperadores sanguinarios, matachines nazis y fascistas o siniestros comunistas..., que hoy admira unánimemente todo el mundo.
Se puede visitar la exposición en la Fundación Juan March . (por cierto, el señor March fue un magnate, cuya fortuna tiene un oscuro origen en la colaboració con nazis y con Franco, del que sólo recordamos la obra cultural de su fundación).

EL PÓRTICO DE LA GLORIA

Es posible que en estos días hayan leído ustedes en la prensa una noticia referida a la restauración que se está acometiendo en el Pórtico de la Gloria, de la catedral de Santiago de Compostela. En el periódico que ha caído en mis manos, EL PAIS del día 23 de febrero, han titulado la noticia:

Pinchando sobre el titular que acabo de transcribir puede leerse toda la noticia, que se puede resumir en lo siguiente. Al parecer, “diferencias técnicas” entre los diversos expertos en la restauración han hecho que los trabajos estén parados durante meses, por lo que en este año jubilar, en el que estaba previsto que terminaran los trabajos, no se podrá contemplar el esplendor del pórtico restaurado, que es una de las maravillas de la escultura románica de nuestro país.


La restauración era bien necesaria. Desde su construcción diversos han sido los avatares sufridos por el Pórtico, desde las inclemencias del tiempo, pues al principio estaba al aire libre, hasta los estragos de otras obras y restauraciones posteriores, pasando por el vaciado en yeso que en el siglo XIX hicieron los ingleses para su reproducción y exposición en un museo, que arrancó parte de la policromía de las esculturas. Hace unos meses los técnicos comenzaron tan hermoso trabajo, financiado por diversas instituciones (la Xunta de Galicia, el Ministerio de Cultura, el Arzobispado y la Fundación Pedro Barrie de la Maza). Levantaron los andamios y empezaron la limpieza. Pero las disputas entre ellos han dado al traste con la restauración, que ha quedado detenida. Las autoridades responsables no han sabido qué decisión tomar. No están claras las razones de unos y otros, pero lo que debería haber sido motivo de alegría, lo es de tristeza.

La noticia de las diferentes rivalidades entre tan eximios expertos en el arte románico, me ha traído a la memoria la historia de su autor, el Maestro Mateo, que allá por el siglo XII esculpió el conjunto sublime de esculturas de Dios, los ángeles y los santos. Mateo ya era reconocido como artista notable en aquel tiempo, contratado habitualmente por reyes y prelados, fue bien retribuido por su obra.

Cuenta la leyenda que el arzobispo fue a visitar las obras cuando estaban próximas a terminar, después de veinte años de trabajo. Cuando el Maestro Mateo le estaba explicando el significado de las diferentes figuras, el arzobispo le preguntó por una que el maestro no había citado y que destacaba en el tímpano central. Mateo reconoció que esa figura era él mismo, porque consideraba merecer la gloria después de la obra de arte que estaba haciendo con tanto éxito, pero el clérigo le recriminó duramente su falta de humildad.

Pasado el tiempo, Mateo llamó al arzobispo para que viese el Pórtico ya terminado y, cuando este llegó, lo primero en lo que se fijó fue en que aquella figura había desaparecido del tímpano, pero ahora había otra nueva escultura en la parte de atrás, arrodillada y sin luz. Así se quería representar el maestro Mateo ahora, humilde y arrepentido por pretender retratarse junto a Dios, y de espaldas a su magnífica obra de arte, que no podría volver a contemplar, como castigo a su orgullo.

Ahí sigue la figura del maestro, bajo una inscripción que señala “arquitectus”. Le llaman santo dos croques, porque dicen que quien le toca la cabeza se vuelve más inteligente, y eso hacen los peregrinos que entran por el Pórtico de la Gloria, cuando se abre en los años de jubileo. La misma leyenda se cuenta en distintas versiones, que en nada varían su meollo, que me vale para ilustrar lo que quiero decir hoy, que no es otra cosa que un consejo para los conspicuos sabios en el arte de restaurar, que andan alborotados, enfrentados e inútiles: “Toquen la cabeza del Maestro Mateo”. Dudo que con ello se les contagie la sabiduría, el fervor y el arte que demostró el maestro, pues eso sería pedir imposibles, incluso a un santo. Pero al menos sí podrían reflexionar y ganar en humildad, virtud necesaria para acercarse a su trabajo tan bello sin soberbias ni orgullos vanos, y restaurar la piedra, los colores y el esplendor de tan hermosa obra de arte. De lo contrario, las autoridades deberían reprenderles (pues les pagan buenos dineros, que son de todos, por cierto, y que tan escasos están últimamente), como hizo el arzobispo al maestro, para que cesen en su vanidad y vuelvan arrepentidos a su trabajo, que esperemos que terminen antes de veinte años.

domingo, 21 de febrero de 2010

... Y LA CURA

Para Abril

Ti proteggerò dalle paure delle ipocondrie, dai turbamenti che da oggi incontrerai per la tua via.
Te protegeré de los miedos, de las hipocondrias, de los contratiempos que desde hoy encontrarás debido a tu naturaleza.Dalle ingiustizie e dagli inganni del tuo tempo, dai fallimenti che per tua natura normalmente attirerai.
De las injusticias y los engaños de tu tiempo, de los fracasos que atraerás por tu naturaleza.
Ti solleverò dai dolori e dai tuoi sbalzi d’umore, dalle ossessioni delle tue manie.Te levantaré de tus penas y de tus cambios de humor, de las obsesiones de tus manías.
Supererò le correnti gravitazionali, lo spazio e la luceper non farti invecchiare. E guarirai da tutte le malattie, perché sei un essere speciale, ed io, avrò cura di te.
Superaré las corrientes gravitacionales, el espacio y la luz, para que no envejezcas. Y te curarás de todas las enfermedades, PORQUE ERES UN SER ESPECIAL, Y YO, YO CUIDARÉ DE TI.
Vagavo per i campi del Tennessee (come vi ero arrivato, chissà). Non hai fiori bianchi per me? Più veloci di aquile i miei sogniattraversano il mare.
Deambulaba por los campos de Tennessee (cómo llegué ahí, ¡quién sabe!). ¿No tienes flores blancas para mí? Más rápidos que las águilas mis sueños atraviesan el mar.Ti porterò soprattutto il silenzio e la pazienza. Percorreremo assieme le vie che portano all’essenza. I profumi d’amore inebrieranno i nostri corpi, la bonaccia d’agosto non calmerà i nostri sensi.
Sobre todo te llevaré el silencio y la paciencia. Juntos iremos por los caminos que llevan a la esencia. Los perfumes de amor emborracharán nuestros cuerpos, la bonanza de agosto no calmará nuestros sentidos.Tesserò i tuoi capelli come trame di un canto. Conosco le leggi del mondo, e te ne farò dono.
Tejeré tus cabellos como tramas de un canto. Conozco las leyes del mundo, y te las donaré.
Supererò le correnti gravitazionali, lo spazio e la luce per non farti invecchiare. Ti salverò da ogni malinconia, perché sei un essere speciale ed io avrò cura di te…io sì, che avrò cura di te.
Superaré las corrientes gravitacionales, el espacio y la luz, para que no envejezcas. Te salvaré de toda melancolía, porque eres un ser especial y yo cuidaré de ti... YO SÍ QUE CUIDARÉ DE TI..............

lunes, 15 de febrero de 2010

LA NIEVE Y LA SANGRE


Estoy escribiendo a ustedes en un día en que la mujer a la que amo ha vuelto del hospital, curada de sus dolores. Estoy escribiendo a ustedes en un día en que mi ciudad está bajo la nieve: una enorme capa de nieve, que todo lo limpia y embellece, aunque a algunos incomoda y estorba. Estoy feliz. Supongo que algunos de los que me leen estarán en sus casas calentitos, al amor de sus hogares o calefacciones, y me quiero hacer la ilusión de que alguno tendrá ganas de visitarme aquí o pensará: “¿qué habrá escrito hoy en su egoteca el antipático?, ¿seguirá hablando de su historia o serán esta vez historias ajenas?

Pues sepan los curiosos que, en estos momentos en que la nieve me ha hecho olvidar la sangre de estos últimos días, también me ha hecho recordar un pasaje que leí hace años del “Perceval” de Chrétien de Troyes. Se trata de una de sus novelas en las que nos contó, allá por el siglo XII, las aventuras de Arturo y sus caballeros. En esta se trata de Perceval, Parsifal o Lohengrin, que de todas esas maneras han llegado a llamarle. Fue caballero enmorado que iba en demanda del Santo Grial. En esas novelas lo que menos importa es lo que se busca y mucho más el hecho de buscar, pues en esa búsqueda se desvela la verdad de ese deseo andante. Cuando leía esa novela, digo, entre tanta aventura y aventura, entre tanto lance y suceso extraordinario, quedé suspendido al leer este bello fragmento poético.

“Por la noche acamparon en un prado cercano a una floresta. A la mañana siguiente nevó mucho y toda la comarca estaba muy fría. Perceval se levantó de madrugada, como solía, porque quería buscar y encontrar aventura y caballería; y se encaminó al prado, helado y nevado, donde había acampado la hueste del rey.

“Pero antes de que llegara a las tiendas volaba una bandada de ocas que la nieve había deslumbrado. Las vio y oyó cómo iban chillando a causa de un halcón que venía acosándolas con gran ímpetu, hasta que encontró a una separada de la bandada, a la que atacó y acometió de tal modo que la derribó en tierra; pero era tan de mañana, que se fue sin querer ensañarse en la presa. La oca había sido herida en el cuello, y derramó tres gotas de sangre que se esparcieron sobre lo blanco, y pareció color natural. La oca no sentía mal ni dolor que la retuviera en tierra, y, antes de que él llegara, ya había reemprendido el vuelo.

“Cuando Perceval vio hollada la nieve sobre la cual había descansado la oca, y la sangre que aparecía alrededor, se apoyó en la lanza para contemplar aquella apariencia; pues la sangre y la nieve juntas le rememoran el fresco color de la faz de su amiga, y se ensimisma tanto que se olvida; porque en su rostro lo rojo estaba colocado sobre lo blanco igual que aquellas tres gotas de sangre le parecía que estaba viendo el joven color de la faz de su hermosa amiga.
“Perceval se absorbe en la contemplación de las tres gotas, en lo que empleó las primeras horas de la mañana, hasta que en las tiendas salieron escuderos que lo vieron absorto y se creyeron que dormitaba.”

Todo esto me recuerda que en medio de tanta lucha y combate, también se puede tener un momento para el humor, el amor y la poesía. Pues si no, ¿para qué luchar y buscar tanto?

miércoles, 10 de febrero de 2010

OBJETURAS


"Objetos encontrados, poemas objeto, poesía visual, ready-mades. Fuera de toda duda, pesan sobre estas catorce objeturas —junto con las catorce fotografías que aquí se presentan— el pensamiento y la obra de muchos otros. Piénsese en el cadáver exquisito de los surrealistas, en los objetos imposibles de Jacques Carelman o los poemas objeto de Joan Brossa; piénsese también en Joseph Cornell o en el arte conceptual. A todos ellos quise emular con la mala conciencia de saber que estaba realizando algo ya superado. Con todo y con eso, era mi deseo experimentar una vivencia similar."
Alfonso Puyal Sanz


La serie "Objeturas", realizada por Alfonso Puyal, fue expuesta y subastada el jueves 6 de mayo de 1999 en el ya desaparecido café Repórter de Madrid.

OBJETURA 1. Homenaje a Uri Geler


OBJETURA 2. Lápiz



OBJETURA 3. Restos mortales de una pintura


OBJETURA 4. Retomando a Joseph Kosuth


OBJETURA 5. Salero en pedestal



OBJETURA 6. Barillas de batir


OBJETURA 7. Álgebra y arrebato


OBJETURA 8. Hélice



OBJETURA 9. Cepillo para betún


OBJETURA 10. Teorema del albañil y el fontanero


OBJETURA 11. Regla


OBJETURA 12. Brocha de afeitar


OBJETURA 13. Los ojos del doctor E.J. Eckleburg



OBJETURA 14. Fe de erratas

Nota etimológica. El vocablo objetura no existe; proviene de la combinación de un doble juego de palabras: objeto + escultura, por un lado; y conjetura + objeción, por otro.

domingo, 7 de febrero de 2010

EL ALQUIMISTA ALFARERO

Johannes Böttger nació en 1682, en Schleiz, Turingie, y era hijo de un funcionario de la Casa de la Moneda. Después de pasar la infancia en el taller de su abuelo, que es orebre, lo envían a trabajar como aprendiz a las órdenes de un boticario de Berlín llamado Zorn.

Estudió libros de alquimia: el beato Ramón Llull, Basilio Valentino, Paracelso y el Aphorismi Chemici de Van Helmont, donde las sustancias alquímicas figuran con los nombres de León Rubí, Cuervo Negro, Dragón Verde y Lirio Blanco.

Se convenció de que el oro y la plata maduran en las entrañas de la tierra, a partir de arsénico rojo y blanco. Una noche, sus compañeros aprendices lo encontraron semiasfixiado por los vapores de arsénico, en el laboratorio de Zorn.

Entre los clientes de la farmacia se contaba un monje mendicante griego, Lascaris, que tenía fama de poseer la Tintura Roja, o “León Rubí”, una pizca de la cual bastaba para transmutar el plomo en oro.

El monje se enamoró del muchacho. Böttger consiguió una redoma de la tintura y ejecutó su primera transmutación “exitosa”, en los aposentos de un amigo estudiante. El segundo experimento “exitoso” se desarrolló en presencia de Zorn y otros testigos escépticos.

Las damas de Berlín encuentraban irresistible al joven alquimista. Su reputación se expandió: llega a oídos del rey Federico Guillermo el “Gran Amante”, quien obtuvo una muestra de oro gracias a Frau Zorn... y dictó una orden de arresto contra Böttger. Éste huyó a Wittenberg, que estaba subordinada a la corona de Augusto el Fuerte de Sajonia. En noviembre de 1701, los reyes de Prusia y Sajonia realizaron maniobras militares a lo largo de sus fronteras. ¿Cuál de estos soberanos indigentes se apoderará del fabricante de oro? Böttger fue escoltado a Dresde por una guardia armada, como un físico nuclear fugitivo.

En la Jungfernsbastei, una de las diversas prisiones donde se alojó durante los trece años siguientes, comía en vajilla de plata, tenía un mono domesticado y se ponía a trabajar, en un laboratorio secreto, en la búsqueda del arcanum universale o Pedra Filosofal.

Hacia 1706 el Tesoro de Sajonia agotó sus recursos como consecuencia de la guerra con Suecia y de las compras compulsivas de porcelana china por el rey. Augusto, enfurecido por el fracaso de Böttger, amenazó con trasladarlo a otro laboratorio: la cámara de tortura.

Böttger conoció a Ehrenfried Walter, Graf von Tschrinhaus. Este químico sobresaliente, amigo de Leibniz, estaba próximo a descubrir el secreto de la porcelana “auténtica”, pero no logra diseñar un horno de cochura suficientemente caliente para fusionar la capa vitrificada y el cuerpo de la pieza. Reconoció el talento de Böttger y le pidió su cooperación. El alquimista accedió, para salvar el pellejo.

Böttger cuelga un cartel sobre la puerta de este taller:
DIOS, NUESTRO CREADOR HA CONVERTIDO A UN FABRICANTE DE ORO EN ALFARERO.
Este oficio fue, sin embargo, fue el que le llevó a que fuera recordado por la Historia.

En 1708 entrega a Augusto las primeras muestras de porcelana roja y, al año siguiente, de la blanca. En 1710 se funda en Meissen la Fábrica Real de Porcelana de Sajonia, que empieza a trabajar a escala comercial.

El primer tipo de porcelana producido por Böttger era un material refinado, extremadamente duro y de color rojo que se conoció en Alemania como Böttgersteinzeug ("barro de Böttger"). Destacaba la gran nitidez y definición de los detalles, añadidos mediante moldes, con que se adornaban las piezas. Estas podían ser pulidas y abrillantadas antes del proceso de cocción. Las obras imitaban figuras de plata barrocas y cerámicas chinas. Pronto se comenzó a elaborar en Meissen porcelana blanca de pasta dura, un tipo especial de porcelana que se había comenzado a fabricar en China en el siglo IX y que se obtenía cociendo a temperaturas muy elevadas un aglomerado que contenía caolinita y una roca feldespática denominada "petunse". Esta porcelana de pasta dura podía ser vidriada y pintada y comenzó a comercializarse en 1713.

Pronto se empezó a emplear el laboratorio de Albrechtsburg para guardar los secretos de la manufactura del "oro blanco". Como precaución, eran muy pocos los trabajadores conocedores de los arcanos de la elaboración de la porcelana. Aún cuando un trabajador conocía algunos secretos del oficio, estos eran relativos solo a una parte del proceso. Por esto, durante algunos años, Meissen tuvo el monopolio de la producción de porcelana de pasta dura en Europa. En torno a 1717 la competencia se estableció en Vien, ya que Samuel Stöltzel vendió la receta secreta, que incluía el empleo de caolinita o "barro chino". Ya en el año 1760, unos 30 fabricantes de porcelana estaban asentados en Europa. Sin embargo, la mayor parte de ellos producía porcelana de pasta blanda debido a la falta de yacimientos locales de caolinita.

En 1719 Böttger muere, víctima del alcohol, la depresión, el delirio y el envenenamiento químico. La porcelana de Meissen se hizo mundialmente famosa.
La extremada rareza de algunas partidas de la porcelana de Meissen y el enorme valor que les confiere la calidad del material empleado, hicieron que fueran empleadas exclusivamente por los estamentos de la nobleza y la realeza. La porcelana de Meissen fue encargada, entre otras, por las realezas rusa, francesa e inglesa, así como por otras casas nobiliarias de países de Europa. De esta simple forma, la porcelana de Meissen se fue repartiendo por diferentes colecciones. Cuando empezaron a emerger las clases acomodadas de Estados Unidos, empezaron también a adquirir piezas de viejas colecciones (como los Vanderbuilt, que comenzaron la suya propia). Algunas de estas colecciones pueden disfrutarse en diferentes museos del mundo.
Con el paso del tiempo, el Rey mandó traer a los mejores artistas y artesanos de Europa para decorar las porcelanas, que adquirieron fama mundial. Resta decir que para identificar los productos de Meissen originales, se marcaron en un principio con un diseño pintado en la superficie. Enseguida, estos diseños identificativos se grabaron en azul por debajo del vidriado. Las primeras marcas como "AR" (Augustus Rex, el monograma del rey), K.P.M. (Königliche Porzellan-Manufaktur), M.P.M. (Meissener Porzellan-Manufaktur) y K.P.F. ("Königliche Porzellan-Fabrik) fueron finalmente sustituidas por el logotipo de las dos espadas cruzadas. Introducido en 1720, se empezó a utilizar de forma habitual a partir de 1731 por decreto oficial. Las diferentes variaciones en el estilo de las espadas permiten hoy en día datar las porcelanas de Meissen. La fábrica ha conseguido sobrevivir hasta nuestros días, pasando por multitud de avatares, incluidos los de la etapa comunista tras la segunda guerra mundial, que nos cuenta Bruce Chatwin en su novela “Utz” (de la que he sacado esta historia), cuyo protagonista es el barón de Utz. El tema de la novela es la pasión por el coleccionismo y las manías y locuras a que puede llevar.
La porcelana de Meissen fabricada en los primeros cien años (hasta 1814) tiene una gran cotización en los mercados de antigüedades. Al igual que su descubridor, que vivió y murió envenenado y obsesionado por el secreto de la piedra filosofal, algunos coleccionistas perdieron su estabilidad económica y mental aquejados de la fiebre emanada de esta mágica porcelana, como el barón de Utz.

viernes, 5 de febrero de 2010

MUJERES PIRATAS














Acabo de terminar hace unos días la novela “A bordo de La Estrella Matutina”, librito de piratas en busca de un tesoro, que escribió Pierre Mac Orlan hace ya 76 años. Los personajes que van apareciendo en la novela, además de participar en la trama, van contando a su vez, sus propias historias. En una de ellas, uno de esos “caballeros de fortuna” cuenta, para su vergüenza, como fue asaltado y burlado por Mary Read. Esa mujer fue una de las mujeres piratas más famosas de la historia. Vivió sus aventuras en el Caribe, incluso se batió en duelo con un matón por haber injuriado a su amante, cuando aún no era capitana. Tuvo una compañera Anne Bonny; ambas navegaron con el famoso pirata John Rackman (el colico); ésta última, que fue su amante, le dijo cuando les estaban ajusticiando a los tres: “Si te hubieras batido como un hombre, no te ahorcarían como a un perro”.
Pero no fueron las únicas mujeres piratas que existieron. La historia cuenta que existió una pirata china, la viuda Ching Shih, que anduvo haciendo fechorías por los mares de Asia en loa siglos XVIII y XIX, pero que finalmente obtuvo el perdón. También hay noticias de la Goda Alwilda, de la escandinava Sigrid la Soberbia, la celta Ingela Gathenheim, o Grace O´Malley, entre otras muchas. Todas ellas no dudaron en empuñar espada o pistolón, y batirse el cobre por los mares. Y lo hacían empujadas por sus propias desgracias, para poder sobrevivir en un mundo cruel y violento, en busca de riquezas. Eran aguerridas y luchadoras, se sobrepusieron a las desgracias de sus vidas y se adaptaron a ese mundo violento y masculino de la piratería, como amantes de otros piratas o al frente de una cuadrilla de pendencieros y desesperados. Todos sabían que su destino era perseguir botines en los mares o la horca. Muchas acabaron ajusticiadas, como Mary Read.
Hollywood dedicó una divertida película a esta mujer pirata, en la que recreaba de manera libérrima su vida. La película se llamó "La isla de las cabezas cortadas" (cutthroat island), y estuvo protagonizada por Geena Davis.
Los amantes de los libros podríamos dedicar toda una vida a la piratería y formar una inmensa biblioteca (por si alguien quiere iniciarse, la editorial Renacimiento, de Sevilla, tiene una colección dedicada al tema con obras todas ellas recomendables). Los libros sobre piratas que tengo en mi casa no son muchos pero sí enjundiosos; están llenos de aventuras, emociones y romanticismo. Responden a la necesidad humana de narraciones sobre países desconocidos, islas misteriosas, aventuras libertarias, asesinos con causa, delincuentes justicieros, e historias así. Podemos citar “La Isla del Tesoro” de R.L. Stevenson, el “Robinson Crusoe” de Daniel Defoe, los relatos de J. L. Borges en la “Historia Universal de la Infamia”, las “Vidas Imaginarias” de Marcel Schowb, o las novelas de Pío Baroja que componen la serie sobre La Mar. También al viejo MacOrlan, que escribió historias con las que también hicieron películas, y a quien una editorial de Bilbao está rescatando del olvido.
Lo que más llama la atención es que la literatura de piratas evoca un mundo irremisiblemente perdido y pasado, en el que primaba la libertad de los mares y la lucha cruel. Los mismos libros de historia, como la “Historia de la Piratería” de Goose, hablan del fin de la piratería. Personalmente creo que los historiadores se han precipitado, y que no se puede escribir todavía el último capítulo de esa historia.
En realidad nunca se acabó totalmente con la piratería, aunque ésta fue cambiando de forma con los tiempos. Y aunque muchos la han querido ignorar durante decenios, todavía hoy seguimos con el problema a cuestas. Los mares, es verdad, ha tiempo que dejaron de ser libres. Los estados acabaron con los negocios de la piratería, como la trata de esclavos, los abordajes en alta mar o las islas del Caribe infestadas de piratas, y decidieron controlar directamente tales “asuntos”. En primer lugar dominaron las costas, más tarde los mares. Luego extendieron la zona de las 200 millas, controlaron las explotaciones de petróleo y las riquezas del subsuelo marino, finalizaron las guerras navales que habían facilitado la aparición de corsarios, pues eran poco prácticas con el desarrollo de la aviación. Los avances tecnológicos (como los radares, barcos modernos, satélites, etc...) y los intereses de las multinacionales..., siguieron poniendo coto a muchas formas de piratería. Todo eso es verdad, pero la delincuencia no sólo es de secano y le gusta navegar, y los piratas siguieron campando por sus fueros marinos, dedicados al tráfico de droga, al contrabando, a asaltar barcos de recreo, o transportar ilegalmente, y en condiciones inhumanas, inmigrantes de países pobres a las costas del paraíso occidental, etc.
Nunca se terminó de poner puertas al campo, ni esclusas al océano; pero aquellos piratas residuales no afectaban a los gobiernos ni a los poderosos. Pero ahora, en algunas costas, como las de Somalia o Malasia, algo ha cambiado. Son países descompuestos por las guerras civiles, la miseria, la desigualdad, el hambre y la violencia. Sus asesinos y ladrones se lanzan al mar buscándose la vida para asaltar buques, hartos de verlos pasar llenos de riquezas. Nada tienen que perder, pues su suerte no puede ir a peor. Hoy amenazan intereses de los países occidentales y poderosos: compañías multinacionales de petróleo, empresas pesqueras, fletes de transporte... Y entonces, como por casualidad los periódicos vuelven a ocuparse del tema. Mientras los piratas se conformaban con objetivos menores no eran noticia, ahora sí.
Al igual que en otras épocas de la historia, esos piratas tienen el respaldo de señores ocultos, bien resguardados por la respetabilidad y el derecho (¿?) internacional, que se lucran con su violencia: les financian, les suministran las armas y embarcaciones, les negocian los rescates y cobran sus comisiones, sin arriesgar el físico.
Y otra vez los periódicos nos cuentan alarmados los horrores de sus asaltos y abordajes, el peligro de sus violaciones y secuestros, la codicia y el salvajismo de esos asesinatos. Exigen indignados soluciones a los gobiernos. Esta vez los cronistas de la piratería actual no cubren esas aventuras con el velo romántico con que la literatura embelleció aquel fenómeno que creíamos perdido.
Ya no hay tesoros escondidos, ni islas flotantes, ni barcos fantasmas, ni monstruos marinos que viven en la profundidad de las aguas, ni sirenas cantoras, ni náufragos que rescatar, ni peligrosas posadas llenas de bucaneros siniestros. No, tampoco en los mares de hogaño navegan las mujeres piratas de antaño. Ahora las mujeres desgraciadas no tienen espada ni pistola, ni barco en el que escapar. No hay leyenda de ninguna mujer pirata que las reivindique y que las haga soñar con defenderse un día de este mundo horrible. Y así siguen muchas: sufriendo calamidades y aguantando a hombres despiadados e insensibles, que las tienen sometidas, bajo la desigualdad e injusticia de una sociedad machista. Algunas se rebelan y se suben, si no a un barco, a un coche, como “Thelma y Louise” (otra vez Geena Davis; ¿querías decirnos algo, Geena?) y escapan de su puerto, y surcan carreteras a falta de mares. Tampoco les importa ser perseguidas y morir ajusticiadas.

miércoles, 3 de febrero de 2010

ANTIPÁTICO ADOLESCENTE

Para Ana y María

En estos días se recuerda en todo el mundo a J.D. Salinger, que acaba de morir. Aunque ya había publicado cuentos maravillosos, al publicar su novela “El guardián entre el centeno” , se hizo mundialmente famoso. La novela cuenta la historia de un día en la vida de un adolescente, Holden Caulfield, que se escapa de un internado antes de las vacaciones. Publicó después otras dos novelas y desde entonces guardó un casi absoluto silencio. No voy a hablar ahora demasiado ni del autor ni de la novela, pero no dejen de leerla.

Esta entrada está dedicada a quienes, viendo su título, van a echarse para atrás con horror y probablemente salgan corriendo. ¡Otro rollo más de un viejo sobre la adolescencia! ¡Pero si no tiene ni idea! Sólo puedo decir: «¡Espera, sigue leyendo!, esto es una egoteca, sólo voy a hablar de mí, no de ti.»

Cuando yo era adolescente no sabía que la experiencia apenas es útil cuando realmente hace falta: cuando vienen los golpes del azar y de la vida; para lo demás la experiencia... no es tan importante. Por eso no voy a dármelas de sabiondo. Tampoco con los años me ha llegado la sabiduría.

Cuando yo tenía toda mi vida ante mí, con infinitas posibilidades, tenía que elegir: una chica, unos estudios, una profesión, una vida..., sólo confusamente me daba cuenta de que vivir es elegir, tarea que nunca se acaba de completar, y que elegir es descartar; a medida que voy eligiendo voy matando otras mil opciones de mi mundo, antaño lleno de posibilidades y de futuros maravillosos que ya nunca más serán posibles. Yo me preguntaba, ¿me espera a mi otra vida igual de frustrante que la de los adultos?

Cuando yo era un ser lleno de hormonas y neuronas, de deseos y aspiraciones, mis pensamientos parecían tener la profundidad y la lucidez que no veía en las cosas triviales y obvias, o directamente falsas, que decían las personas mayores para justificarse. Pero no sabía expresar esos pensamientos, que más bien eran confusos sentimientos.

Cuando a los quince años, me sentía viejo, experto y sabio sin necesidad de haber vivido, empecé a cuestionar todas las verdades y seguridades con que adornaron mi infancia: me parecían hipócritas, falsas. La cruda verdad se mostraba clara y rotunda a mi pensamiento. Años más tarde me sorprendí diciendo las mismas frases, y descubrí que las cosas no están tan claras, pues no hay pensamiento sin sentimiento, filosofía sin poseía, palabra sin carne, idea perfecta. Las ideas, al fin y al cabo, tampoco son importantes. Citaba aquí, hace poco, a alguien que decía preferir mil veces que abrazasen su cuerpo que sus ideas, yo también lo prefiero.

Cuando yo era un ser sensible y desgraciado, no era consciente de la realidad y de los sentimientos de las demás personas que poblaban el mundo exterior, que me parecía –y me sigue pareciendo– raro, injusto y hostil. Vivía con un egoísmo con el que, años después, tendría que transigir para poder convivir con los demás. Mi rebeldía fue silenciosa. 

Cuando desarrollé mi “personalidad”, sentía que ahí hallaría refugio, pues no encontraba un lugar donde aliviar el dolor. Esa personalidad única que yo creía tener, no era mucho más que mi carácter, que con los años cada vez reconocería más en mis padres y que esa “personalidad” era en buena parte heredada y moldeada en casa.

Con los años aprendí que no hay que tener miedo. Nunca hay que tener miedo. Hay que atreverse. Las elecciones que hice en la vida me cerraron puertas que, probablemente, nunca más pueda abrir; eso es verdad, pero también me abrieron otras que me llevaron a experiencias, lugares, oficios, amigos y amores irrepetibles. Aprendí que lo importante en la vida no es lo que se tiene, sino tener con quien compartirlo; que no merece la pena vivir si no es con amor. Por eso, ahora para mí no es tan importante el oficio que elegí como procurar hacerlo bien, con cariño, con el amor por las cosas bien hechas. Da igual si no conozco a muchas personas siempre que las relaciones que tengo sean satisfactorias y generosas. No existe la persona perfecta, no hay que perder el tiempo buscándola, y no descubriremos el lado amable de los demás si no nos paramos a conocerlos. Con amor todos mejoramos. Reservarse es estéril, uno siempre tiene aquello que da.

En aquellos años sufría una profunda soledad y aislamiento, pero ignoraba estúpidamente el amor y la amistad que los demás, igual que yo, estaban deseando compartir. Me encerraba en mi cuarto, aunque no llegué nunca al extremo de los hikikomori japoneses de hoy en día.


Pero ahora debo confesar la verdad: todavía estoy en ello, sigo teniendo miedo, cada día tengo más preguntas y menos respuestas, todavía no he llegado y no me pienso parar. No paro de aprender de los demás. Solo sé que he de elegir vivir la vida, tirar pa´lante, disfrutar los placeres y sonreír. Eso depende sólo de mí y no, como creen algunos, del mundo exterior. En definitiva, que todo lo que yo consideraba importante como la personalidad, la verdad, las ideas, la sabiduría o la experiencia, de nada sirven si no contamos con los demás, con sus abrazos y con la alegría. Es un secreto que me enseñó Abril, como tantas cosas. Del dinero hablaremos cuando lo tenga y sepa qué es eso.

Después de escribir todo esto veo que, efectivamente, ha sido otro rollo con recetas de las de siempre, lleno de tópicos y palabras manidas. Pero yo era un adolescente torpe, necesitaba recordarlo y darme estos consejos. Todavía me son útiles, pues sigo siendo torpe y además mucho más viejo. El tiempo es lo único irremediable que ha pasado en mi vida. Sé que muchos no son como yo y no sintieron estas cosas, no tuvieron dudas, no estuvieron solos ni sufrieron. Pero quiero creer que no soy un bicho raro, que somos legión los que pensamos o sentimos cosas parecidas, aunque no las digamos. Algunos incluso llegaron a escribirlas.

En aquella edad dolorosa de soledad y angustia me refugié en algunos de esos libros. El libro de Salinger me supo transmitir como nadie el sentimiento adolescente de ese chico que una vez fui y me hizo saber que no estaba solo. Desgraciadamente ese magnífico escritor, por las noticias que de él nos han llegado, no eligió sonreír y llevar una vida alegre. Tuvo una infancia desgraciada y no hizo felices a quienes le rodearon. Sufrió y provocó el dolor, conoció la crueldad, el desengaño y los complejos. Su novela tuvo un enorme éxito mundial, se hizo famoso y rico. Entonces eligió aislarse en su casa de los bosques, donde no permitía la entrada a nadie. A partir de ese día sus libros se publican, por mandato suyo, sin información alguna sobre su vida o persona, ni en las contraportadas, ni en introducciones ni en prólogos. Ese aislamiento incrementó su leyenda. Ahora que ha muerto tampoco le respetarán ese deseo.

lunes, 1 de febrero de 2010

ODILON REDON

Estos días se aglomera a diario en Madrid una multitud para ver una exposición sobre los impresionistas, en la fundación Mapfre. Para mí tengo que aquel movimiento artístico es de lo más hermoso que nació de Francia en el siglo XIX. En París le dedicaron un hermoso museo, en una antigua estación, situada en el Quai d´Orsay, que le ha dado nombre. De este museo vienen la mayor parte de las obras que se exponen ahora en mi ciudad, que si es cierto lo que se dice de que es ciudad tan hospitalaria, debe ser la tuya también, querido lector, aunque no vivas aquí. Aquellos que tengan tiempo, para ir a deshoras cuando no haya gente, o paciencia y no les importe contemplar la belleza en medio del tumulto y empujones, acérquense a ver la exposición, está llena de joyas.

Yo no iré a la exposición, pues el exceso de masa me inhibe y las obras las tengo vistas en París varias veces. Quiero ahora recordar, precisamente, mi primera visita al Museo d´Orsay de París. Allí nos llevaron unos amigos hace años y quedamos apabullados a cada paso entre tantos pintores archifamosos, entre esas obras deslumbrantes, esos colores y formas, esa pintura en estado puro. Allí estaban viejos amigos que nos sonreían: Van Gogh y Degas, Courbet y Monet, Renoir y Manet, Rodin y Moreau, etc, etc,... Bartleby, que no quiere asomar por estas páginas, y a la que yo invoco a cada rato, tenía interés en ver a un pintor simbolista, para mí desconocido, que se llamaba Odilon Redon. Aquel interés me intrigaba. Contemplé sus misteriosas pinturas, me habló de un libro que ella poseía, de la biblioteca de su padre, que se llamaba “Sobre la vida, el arte y los artistas”..., y ahí quedó eso. Bartleby, que estudió Bellas Artes, no le gusta compartir sus vastos conocimientos de pintura, debe considerarlos algo íntimo. Es una pena, pues el conocimiento, como tantas cosas, se acrecienta y mejora cuando se comparte. Pero con todo ella me dejó abierta aquella rendija por la que asomaba algo de luz.

Con los años me enteré de que Odilon Redon (Burdeos, 1840 París, 1916) fue contemporáneo de algunos impresionistas y amigo de otros, y anticipó la concepción onírica del surrealismo. Fue un simbolista visionario que no se consideró nunca miembro de grupo alguno. Asiduo de las tertulias en casa de Mallarmé y figura aglutinadora de los nabis, pintaba, a diferencia de los impresionistas, "no sólo lo que veía, sino que reflejaba sus sueños y lo más profundo de su pensamiento. Sabía evocar tanto el mundo real como el irreal", apunta Ian Woodner, propietario de la colección privada más importante sobre Odilon Redon. En sus óleos y dibujos Redon tradujo temas clásicos a una imaginería onírica, estableciendo un puente entre el romanticismo decimonónico y el surrealismo del siglo XX. Redon va evolucionando. Al principio realiza dibujos en carboncillo (los negros), inspirados en la pintura negra de Goya, en los que renuncia al uso del color. Son imágenes de una humanidad dolida y sufriente, al tiempo que amenazadora, parecen extraídas de alucinantes herbolarios en los que conviven torturadas formas humanas, animales y vegetales (como su hombre cactus y su hombre esqueleto). Pero a partir de 1890 empezó a evolucionar hacia el color, primero utilizando pasteles teñidos como soporte de los negros, hasta llegar a un arte de composición libre, de un profundo lirismo, en el que el color lo invade todo: rojos que explotan junto a verdes inauditos, malvas brillantes y una infinita variedad de gamas para ilustrar una también notable variedad de temas: paisajes, plantas, árboles, flores y motivos mitológicos y místicos.

Desde muy pronto se vieron cautivados los máximos representantes de la estética y del movimiento simbolista por la extraña intemporalidad, el misticismo y la gradual sinfonía colorística de los dibujos y cuadros de Redon, no obstante su personal respuesta a las proclamas de los poetas simbolistas. «El arte verdadero está en la realidad sentida», con lo que expresaba el deseo de vestir la idea con una forma sensible, «no debiendo la idea —decía— dejarse privar de las suntuosas vestiduras de las analogías exteriores»; pues el carácter esencial del arte simbolista, ha escrito Jean Rudel, consiste en no ir nunca hasta la concepción de «la idea en sí». Teodor de Wyzewa y Hennequin, pero sobre todo Huysmans y Mallarmé, que habían reconocido otrora la inspiración de Baudelaire, lo aclamarían con entusiasmo, empezando así la fortuna crítica de que gozaría Redon en amplios círculos belgas y parisienses a partir de la última década del siglo, en especial entre los jóvenes nabis, cuyos miembros más significativos lo rodean admirativamente en el Homenaje a Cézanne (1901) de Maurice Denis. Redon falleció en el año 1916 en París, en la misma casa en donde residió, acompañado de su bella esposa la mulata Camille Falte, casi toda su vida.

De eso todo esto me enteré en mi segunda visita a París, cuando contemplé a solas de nuevo las salas dedicadas a él en el museo, y cuando compré una enorme monografía dedicada a él. Pero ha sido este año pasado, cuando he tenido ocasión de sentir que de verdad penetraba en aquella rendija dejada por mi amiga. Primero porque en la feria del libro cayó en mis manos “Colores”, libro de cuentos de Remy de Gourmont, otro simbolista, inspirados en los diferentes colores y sus significados. Cada cuento tiene imágenes de nuestro pintor misterioso. Después, incitando por aquel descubrimiento, busqué el libro “Sobre la vida, el arte y los artistas” (París 1922) en las librerías de viejo. Al fin encontré la edición de la traducción española (editorial Poseidón, Buenos Aires 1945). En esa obrita el autor anota en su diario sus reflexiones, recuerdos y sentimientos, y una variada gama de opiniones sobre los artistas de su época, y en concreto, sobre muchos impresionistas.
En esta última obra descubrimos un cálido recuerdo hacia las cuatro personas que de manera más sólida influirían en la definición y modelado de la personalidad y gustos de Redon: su padre, Bertrand Redon, espíritu aventurero que había emigrado siendo joven a Nueva Orleáns, en tiempo de las guerras del primer Imperio. Con frecuencia le mostraría, siendo niño Odilon, las «formas cambiantes» y la «aparición de seres extraños» que pueden verse entre las nubes del cielo; Stanislas Gorin, profesor de dibujo que le pusieron sus padres al cumplir quince años. Gorin, «distinguido acuarelista» según el propio Redon, no sólo le transmitiría una encendida y perdurable pasión por Delacroix, sino que, gracias a su papel de animador cultural en la ciudad natal del joven discípulo, Burdeos, pudo éste contemplar obras de la vanguardia del momento: Millet, Corot, Delacroix, y también de Gustave Moreau; Armand Clavaud, individuo dotado de una inteligencia y sensibilidad superiores, «tan sabio como artista». Clavaud, «botánico que más tarde realizó trabajos de fisiología vegetal», le introdujo en las ciencias naturales, le hizo amar «lo infinitamente pequeño» y le señaló las primeras importantes lecturas: los poetas hindúes, Flaubert, Shakespeare, Baudelaire, Poe, los filósofos alemanes; Rodolphe Bresdin, «probo artesano que era también uno de los más extraños visionarios», y que le inició en las técnicas del grabado y de la litografía. Por él supo Redon lo que era un arte verdaderamente libre y vivo, alejado del mundo oficial y del naturalismo entonces triunfante.
He aquí algunas otras impresiones suyas.

Creo deber mucho como pintor a lo que hice como aspirante a arquitecto, a las proyecciones de sombras que un profesor instruido me hizo realizar con atención minuciosa, insistiendo en la abstracción teórica y en demostraciones sobre cuerpos tangibles y planteándome, en los problemas a resolver, casos especiales de sombras proyectadas sobre esferas y otros cuerpos sólidos. Esto me sirvió más tarde: tuve más facilidad para aproximar lo inverosímil a lo verosímil y poder dar una lógica visual a los elementos imaginarios que entreveía.

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Cuando una figura humana no pueda dar la ilusión de que va, por así decirlo, a salirse del cuadro para andar, obrar o pensar, es que no se trata de un dibujo verdaderamente moderno. No se me puede negar el mérito de dar la ilusión de vida a mis más irreales creaciones. Toda mi originalidad consiste en hacer vivir humanamente a seres inverosímiles, conforme a las leyes de la verosimilitud, poniendo en lo posible la lógica de lo visible al servicio de lo invisible.
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Todos nacemos con otro hombre interior, en potencia, que la voluntad mantiene, cultiva y salva –o no salva. Nada se sabe ni jamás se sabrá lo que influye para que éste se convierta en un artista y el otro en un financiero o un funcionario, aunque hayan partido juntos, aureolados por las mismas virtudes. Se trata de un punto insondable, irreducible. La fortuna o la pobreza no constituyen obstáculos: en cualquier parte se tiene la propia alma, en cualquier parte se dispone de una materia...El fin de un destino se halla en uno mismo; recorre caminos ocultos que el mundo ignora; cubiertos de flores y de espinas.

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18 de agosto de 1869.- No nos desanimemos; fijémonos un poco en los demás y veremos que todos soportan una gran cantidad de tribulaciones y fastidios. No es con el oro que contamos sin cesar, sino con otros rigores. Contamos con la enfermedad, con el mundo, con el tiempo y los años; contamos con nuestras amistades que se alejan; contamos también con el corazón; ¿y no tiene por cierto sus razones misteriosas y su imperio que turba los más hermosos días? No nos quejemos entonces: el duro esfuerzo de la vida material no es más penoso. Os deseo el pan seco, el pan duro, pero un corazón contento.

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Cada día que se va lleva su pena consigo; alza un poco el velo de la verdad. Lo más duro es sentir entibiarse o apagarse las amistades; con frecuencia se pierden por las mismas naderías de la vida, que separan a los hombres en ideas, en ocupaciones, en costumbres, en trabajos diferentes; pero sólo las amistades de la infancia son seguras y en ellas es muy dulce apoyarse.

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Se vive tan sólo de los hábitos. Bajo los modales aceptados de la cortesía, que no es más que la apariencia de la amistad, de la bondad, se oculta un fondo miserable. Si tantas atenciones y maneras de obrar falsas son necesarias a la duración de la sociedad, a la conveniencia de los hombres, no hay nada más horrible que el aspecto exterior de la amistad disimulando el odio.

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Toda conducta que creer a alguien otra cosa que nuestro pensamiento, es una mentira. El mismo silencio, en ciertas circunstancias, puede dar lugar a equívocos. ¿Dónde están, pues, la lealtad, la sinceridad?

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He ganado algunas amistades que me son caras y, por consiguiente, un poco de apoyo a mi alrededor.
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¡Qué placer produce leer en un cuarto tranquilo, con la ventana abierta al bosque! He abierto el viejo Dante; no me abandona más. Vamos a ser amigos serios.

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Vosotros, cansados de la vida mundana; vosotros a quienes agobia el peso de los días; todos vosotros, los que trabajáis sin tregua ni descanso en el seno de vuestras miserias; todos, hombres del campo y gentes del pueblo: id a respirar la fuerza de la fe en la naturaleza fecunda, nuestra madre y amiga.

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La soledad da al amor una intensidad vehemente, obstinada. El aislamiento del objeto amado causa su brillo y su fuerza.

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1887, 6 de mayo.- Fue en mayo. Después de varios días de aprensión infinita, inquietud y perturbación incesantes, pues jamás había visto nacer a mi alrededor; novicio, en fin, en esta angustia, vi nacer en pleno día, un día húmedo y caluroso, a mi hijo Juan. Lo quise de golpe. En el mismo momento de su vida, que sentí frágil. ¡Qué poca cosa humana era! ¡Y qué ternura en mi corazón!

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1888.- Se me atribuye un excesivo espíritu analítico: al menos es lo que trasluce la curiosidad que siento en los escritos jóvenes que me visitan. Los veo asombrados por mí ¿Qué habré puesto en mis obras para sugerirles tantas sutilezas? Les puse una puertita abierta al misterio. Hice ficciones. A ellos toca ir más lejos.

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El artista sabe muy bien que entre todas sus obras, la que mejor lo refleja y revela ha sido hecha en soledad.
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El gran estilo de Rembradt, ese estilo brotado del corazón y de un espíritu capaz de extensión, se debe al sedentarismo de su vida tranquila. Jamás dejó Ámsterdam y no recomendaba los viajes a sus alumnos, ni siquiera el viaje a Italia.