miércoles, 21 de abril de 2010

JOSÉ MINDLIN: CAZADOR DE LIBROS

El pasado día 28 de febrero murió José Mindlin, el mayor coleccionista de libros de Brasil, que a lo largo de su vida llegó a adquirir una ingente cantidad de libros (un kilómetro de estanterías), muchos de ellos extraños, raros, curiosos e inencontrables.

Era hijo de una familia judía rusa, que se estableció en Brasil a comienzos del siglo XX. Sus padres, que habían nacido en Rusia, se conocieron en 1905 en Nueva York, a donde habían emigrado cada uno por separado. Se casaron y decidieron marchar a Brasil. Su familia siempre tuvo aficiones intelectuales, gusto por la pintura y una razonable biblioteca.

José fue abogado, empresario y político. Su pasión fueron los libros. Todos sus ingresos, que en algunos momentos no fueron pocos, los dedicó a la adquisición de libros. Fue también editor y librero, aunque tener una biblioteca privada y una librería son cosas difíciles de compatibilizar. “Me costaba vender cada libro que querían comprarme. Conseguí recomprar casi todos los buenos libros que pasaron por mis manos” –manifestó. Por eso tuvo que abandonar ese negocio ruinoso. Conoció a casi todos los buenos libreros antiguos de muchísimas ciudades, a los que ha fatigado buscando sus libros. Su vida, sus viajes, su casa, sus amigos, su mujer, fueron sólo compañeros y escenarios de su pasión por la caza de los libros. Le gustaba más la búsqueda que la pieza una vez cobrada.

En su biblioteca tenía verdaderas joyas en forma incunables, manuscritos y primeras ediciones de multitud de obras maestras de la literatura: los Ensayos de Montaigne, los Triumphi de Petrarca, Os Lusiadas, de Camoens, la Hypnrotomachia Poliphili, y el Liber Chronicarum, Las flores del mal de Baudelaire, Fausto de Goethe, Iluminaciones de Riambaud, Victor Hugo, las Obras completas de Moliere, Machado de Assis, Proust, Balzac, Guimâraes Rosa, Tolstoi, Cervantes, Sthedhal, Eça de Queiroz... y así miles y miles de libros.

Su afición por la bibliofilia le vino por la lectura. De lo único que se lamentaba antes de morir era de no haber podido leer más en su vida. Calculaba que habría leído unos 10.000 libros, algo más de dos libros por semana de media.

Yo también me he hecho ese cálculo. Si me comparo con Mindlin el resultado es descorazonador. En estos momentos tengo una biblioteca de cerca de 3.000 volúmenes (ninguna primera edición valiosa). Muchos de mis libros no los he leído. Si consigo leer la mitad que Mindlin, podré leer, como mucho, unos 50 libros al año, y si disfruto de una larguísima existencia podré leer unos 40 años más. En total podré leer 2.000 libros más en lo que me resta de vida. Está hablando un optimista que no cuenta con que lleguen ni el aburrimiento por seguir leyendo, ni la escasez de tiempo, ni cegueras, ni otras enfermedades que se lo impidan. A esos libros habré de descontar los que releeré, que es otro placer al que no pienso renunciar. Conclusión: tengo que elegir y descartar. No se puede leer todo. Seguir coleccionando libros no es razonable y puede llegar a ser una verdadera locura. Todo eso ya lo sé, pero los sigo buscando y comprando, encuadernando y contando, clasificando y ordenando. Para mí la vida es como una inmensa biblioteca llena de posibilidades y combinaciones; y no leer es renunciar a vivir bien, pues la lectura es sinónimo de disfrutar más de todas esas cosas, de conocer sus secretos. Si un libro me cansa lo dejo. "Nada hago sin alegría" como decía Montaigne.

Quizá sea esa la oculta razón por la que, estas navidades, mi hermano me ha regalado esta biblioteca. Es pequeña pero no podré leerla nunca, pues sus libros son de madera. La he instalado en casa y la contemplo todos los días. No deja de recordarme la futilidad de mis afanes lectores. Gracias hermano por tan bonito regalo, auténtico monumento a mi manía.

4 comentarios:

  1. "(...)seguir coleccionando libros no es razonable". Y yo me pregunto, ¿ha de serlo?.

    Mi marido es otro lector incansable, nuestra biblioteca no alcanza los 3.000, pero son muchos, tantos que ya nos falta casa.

    Tampoco ha leído todos, y seguramente nunca llegue a hacerlo, le gusta contemplarlos, mimarlos y conservarlos.

    Creo que es un buen legado y una preciosa afición que tú llamas manía...que más da.

    Me encantaría saber que criterio empleas para clasificarlos.

    Un beso nada antipático para un antipático muy "pático".

    Marisa.

    *permíteme el atrevimiento de hacerte un pequeño encargo, dale un besín a Lourdes de mi parte.

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  2. Marisa: voy a satisfacer tu curiosidad de cómo tengo ordenada mi biblioteca, aunque reconozco que me da un poco de pudor. Además el orden ha ido evolucionando en función de cómo ha crecido la biblioteca y han cambiado mis gustos y mis casas a lo largo de estos años.

    De cada libro tengo una ficha (manual, no me gustan los programas de ordenador). Las hago nada más los adquiero para que no se me olvide hacerlas. En ellas figuran los siguientes datos: autor, título, año, editorial, colección, nº de páginas y tema. Con esa información los encuentro, porque la mayor parte de los libros tienen un orden de colocación en las estanterías de acuerdo con alguno o algunos de dichos datos. El orden es el siguiente.

    La literatura de ficción, aproximadamente la mitad de mis libros, la tengo ordenada por géneros (teatro, poesía, cuentos, novela), y dentro de cada uno los tengo colocados por orden alfabético de autor.

    El resto de los libros son básicamente de ensayo y he hecho dentro de ellos diversos apartados por temas: historia, arte, filosofía y pensamiento, ciencia, psicología, curiosidades y otros, religiones y espiritualidad, ciencia política, ensayo literario y diccionarios, cine, viajes y geografía, biografías, bibliofilia y encuadernación.

    Mención aparte merecen los libros sobre música, que están junto a los discos y mi cadena de música, pues también tengo disco-libros.

    Las fichas de los libros de ensayo están colocadas por sus temas también, y dentro de ellos no siempre respetan el orden alfabético de autor, sino que, a veces están ordenadas en función de diferentes criterios:
    - Biografías: por orden alfabético del personaje biografiado.
    - Historia: por épocas históricas.
    - Viajes y geografía: por los lugares que describen, etc...

    Pero todo orden tiende al caos, y no hay regla sin excepción. Abril tiene su propia biblioteca en nuestro dormitorio (pues quiso separar sus libros ante el temor a verlos fagocitados por mi compulsión libresca); mis hijas también... Ignoro cuántos libros son.

    Hay libros que pertenecen a colecciones bonitas o que he encuadernado igual que me gusta colocarlos juntos, saltándome el orden correspondiente. Los de gran formato, están en el salón, las docenas de libros de cocina están en el comedor; existe un anaquel reservado para libros de Venezia (el rincón veneciano) y otro rincón para los rusos...

    Aparte de los libros, conservo unas 300 revistas. La mayoría son de literatura, arte, historia, pensamiento, encuadernación y viajes. No tengo ficha de cada artículo, y están normalmente colocados junto a los libros de su temática.

    Luego vienen los papeles. Aqúí incluyo las cosas cartas que recibo, los recortes de prensa, papeles sueltos que encuentro publicadas en períodicos, en suplementos o revistas. Algunos están en carpetas específicas(poesías, cuentos cortos e ilustraciones que me gustan, reseñas de posibles viajes). El resto de los papeles recortados los encarto dentro de los libros correspondientes.

    Por fin vienen las fotografías. Abandoné la confección los albumes hace años. Después me puse a colocarlas sueltas en ficheros, clasificadas por fechas y lugares, sin pegarlas en los albumes. Por fin, con la fotografía digital, la documentación gráfica de nuestra vida familiar y de nuestros está en ficheros informáticos, discos, pen-drives, y demás sistemas volátiles de conservación, de dudosísimo futuro.

    Cuando hablo de 3.000 volúmenes hablo sólo de libros, el resto ni lo cuento ni lo clasifico, sólo procuro tenerlo ordenado para recuperarlos cuando me vienen a la memoria.

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  3. Gracias antipático.

    Te confieso que hace muchos años inicié esa tarea de hacer fichas, pero me rendí.
    Ahora quiero retomar la faena.

    Con las fotografías y revistas me ha pasado lo mismo...son muuuchasss

    Me parece fantástica tu explicación que voy a tener muy muy en cuenta. Ya te contaré si lo consigo.

    Gracias por tu amabilidad. Un besín.

    Marisa.

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  4. Estimado Antipático

    Estoy en mi escritorio y miro mis libros...y los siento tan huérfanos de orden y tan desnudos de fichas. Tan abandonados a su suerte en medio de ubicaciones que sólo yo conozco ...me pierdo buscando uno y en el camino encuentro tesoros que disfruto sentada en el suelo en los escasísímos momentos libres que tengo.
    Los adustos textos de Historia, con los que trabajo dia a dia, si se ubican en orden severo y militar.Y presumen de albergar verdades inmutables desde su privilegiada posición distribuyendo estatuas e ignominias.
    Con ellos, frente al orden, no hay excusa que valga, jamás se encontrará un libro sobre Revolución Francesa confundido con uno de historia americana. Nunca una biografía con una historia general, a la que repugnan todo tipo de personalismos.
    No dejan entrar, cerrando académicas y críticas filas, a ninguna novela histórica y abominan de cualquier obra que aventure hipótesis en donde los ovnis se mezclen con Nazca o los moai.
    Ni siquiera se han mostrado permeables a las modas de las etnohistorias o historias de género (a esta sí que no las soportan)
    Los hechos de los Castellanos en tierra firme sólo aceptan como compañeros de banco a las crónicas de la Conquista, hasta ahora no quieren dialogar con el Popol Vuh. Sí se alegraron mucho estos últimos días ciuando le devolví la historia de Port Famine porque el Estrecho de Magallanes es un lugar considerado a la altura de su osadía e importancia.

    Luego sin orden alguno, pero en un lugar especial, tengo a los libros de mi corazón, el primero que tuve, Historia en dos ciudades de Dickens,regalo de mi 5to año,los que él me ha sugerido, aquellos que he comprado luego de años de añorarlos porque acá no se encuentran. Esos son los libros de mi vida. Sin ficha, pero con historia. Henrich Böll y Grass jamás faltarán menos P. Levi, H.Arendt y mucha,mucha poesía...porque con ella nos echamos de menos y sólo ella entiende las conexiones que uno hace con las personas y las páginas.

    Hermosa entrada de verdad, pero siento que he leído nada en comparación a Mindlin. Eso sí, gracias a Antipático, se abren mis ojos a mucha otras lecturas y miradas que no ceso de agradecer y considerar un inmerecido regalo.

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