lunes, 4 de enero de 2010

LEON FERRARI

Hoy me he acercado al Centro de Arte Reina Sofía a ver la exposición , en la que se hace una muestra de arte sobre el lenguaje, pero no desde un punto de vista conceptual, sino desde su aspecto gráfico, encarnado, como materia. La exposición se llama El alfabeto enfurecido. Los artistas expuestos son León Ferrari y Mira Schendel. Él es argentino y ella brasileña. Son coetáneos, pero con trayectorias distintas, pero en esta faceta creativa sus obras confluyen. De quien quiero hablar hoy es de Ferrari.
Nació en Buenos Aires en 1920. Autor autodidacto, comenzó a trabajar sobre cerámica en 1954, cuando se desplazó a Italia para tratar los problemas de salud de una de sus hijas. Un año después, ya creaba sus obras con otros muchos materiales, desde el yeso al cemento, pasando por la madera y el alambre.
A principios de los años 60 conoció en Roma a Rafael Alberti, con quien colaboró en el libro ‘Escrito en el aire’, que incluye algunos de sus más celebrados dibujos junto a los poemas del español. A partir de entonces, Ferrari no dejó de manifestar su interés por la vertiente artística del lenguaje a base de obras que examinan la forma y las texturas sobre papeles salpicados de palabras y frases. Son las ‘escrituras abstractas’ que ya no dejaría de practicar a lo largo de toda su carrera. Allí apuesta también por la creación de un nuevo alfabeto y hasta un vocabulario a base de imágenes.
"Dibujo desde hace más de treinta años sin un propósito definido, porque me gusta como forma de expresión, como ejercicio mental y como una fuente de posible renovación de lenguaje. Dibujo palabras que cuentan cosas (lo hago desde 1964: publiqué una recopilación en 1984), manuscritos cuyos trazos recuerdan voces. La forma de escribir, de dibujar las palabras, es parte de su significado, como lo es el tono de la voz que las pronuncia. Y escribo dibujos para contar pensamientos imágenes que las palabras no saben contar..."
De esos dibujos y esas obras se nutre la mayor parte de la exposición que estos días puede verse en el Reina Sofía, cuyas obran dialogan con las análogas de Mira Schendel, desde un lenguaje pintado, refinado y discreto. Además de sus lenguajes y alfabetos pintados, las obras en alambre son de una delicadeza extraña. Sólo se me ocurre decir que el paseo por la exposición ha sido fascinante y gozoso, aunque nunca he sabido expresar el placer que me provocan las buenas obras de arte. Placer incrementado al ver la exposición casi en solitario, pues todos los visitantes se agolpaban en las salas del museo donde se expone el Guernica, Dalí, y los de siempre. Tenía razón Estrella de Diego, cuando recomendaba esta exposición el sábado pasado en BABELIA. Recordaba a Rilke, cuando en la Biblioteca Nacional de París se sentía solo, y al mirar alrededor se consolaba pensando que él leía a un poeta, lo que no era probable que hicieran los que le rodeaban. Estos dos artistas -continúa- sí que son poetas.
León Ferrari otuvo en Italia el Premio Di Tella de 1965 con “La Civilización Occidental y Cristiana”, un cristo crucificado en un bombardero estadounidense. La obra no fue exhibida, pero sí las tres cajas que formaban parte de su representación y que transitaban el mismo tema: la relación entre violencia y religión en la cultura de Occidente. Estas cajas provocaron la oposición de la crítica conservadora.
Por razones políticas abandonó Argentina en 1976 y se radicó en San Pablo, Brasil, donde retomó las esculturas metálicas y realizó experiencias con diversas técnicas: fotocopia, arte postal, heliografía, microficha, video-texto, libro de artista, etc.
Irreverente, rebelde e incorregiblemente anticlerical, realizó collages en los que mezclaba la iconografía católica con el erotismo oriental. Su trayectoria es la de un artista eminentemente político, que dedicó toda su vida a denunciar las consecuencias de las que han sido siempre sus tres mayores preocupaciones: la religión, la intolerancia y la guerra.

El restablecimiento de la democracia en la Argentina le llevó de nuevo a Buenos Aires, donde uno de sus hijos había desaparecido para siempre en las cárceles secretas del general Videla. Allí reemprendió un ciclo vital y artístico en el que nunca dudó enfrentarse a cualquier poder político o mediático para expresar sus puntos de vista con total libertad.
Algunas de sus exposiciones llegaron a sufrir el asalto de grupos intolerantes, como el ocurrido en el año 2000, cuando la muestra titulada ‘Infiernos e idolatrías’ organizada en el Instituto de Cooperación Iberoamericana, centro cultural de España. La exposición fue atacada por gente que arrojó pintura, gases y basura contra las obras de Arte. Tres años antes, Ferrari se había dirigido al Papa por carta pidiéndole que aboliera el Juicio Final y el Infierno. La exposición fue un éxito de crítica y público y fue un homenaje a este artista que ninguna institución de su país se había atrevido a realizar hasta entonces.
A la sazón dirigía esa institución mi amigo José Tono Martínez, que cada sábado me demuestra en la cancha que juega al tenis mejor que yo. Aquella exposición le valió su cese fulminante por el gobierno de Aznar. Sobre sus años argentinos, Tono ha escrito un interesante libro La venganza del gallego. En el capítulo 16, donde habla de este episodio, cuenta cómo los intelectuales argentinos le apoyaron. El entonces director del Museo Nacional de Bellas Artes, le dijo que la exposición hubiera debido realizarse, y mucho antes, por un gran museo nacional. Pero añadió: “yo no puedo hacerla, se lo merece, pero en la Argentina esto no es posible. Imagínate, lo que te ha pasado a ti, que eres católico, y se trata de España. Si lo hago yo, que soy judío, me queman el museo”. Acaba Tono el capítulo diciendo: “algún día, otros tiempos vendrán”.
Y vinieron..., y no tardaron mucho. El Centro Cultural Recoleta le dedicó en 2004 una muestra retrospectiva que reunía las dos líneas centrales de su trabajo durante medio siglo: la abstracta y poética, representada por dibujos escritos y esculturas de alambre, y la más claramente política, con su emblemático avión de guerra y los collages sobre religión, política y erotismo, como este juicio final cubierto de cagadas de pájaro (conviene ampliarlo para verlo mejor). La mayoría de ellos volvieron a verse cinco años después en el MoMA de Nueva York, que este mismo año le ha dedicado otra gran exposición en la que causaron sensación sus últimas esculturas colgantes realizadas en poliuretano. Esta es la exposición que se puede ver hoy en Madrid.
En octubre de 2007 fue elegido mejor artista en la 52º Edición de la Bienal Internacional de Arte de Venecia donde se le otorgó el "León de Oro" y considerado por el New York Times como uno de los cinco más importantes artistas plásticos vivos del mundo. Desde entonces, numerosos museos y colecciones privadas del mundo entero acrecentaron sus fondos con algunas de sus obras que cuentan ya con una notable aceptación de público y crítica a pesar de su insobornable intención de denuncia. Él mismo ha dicho que critica con todas sus fuerzas a la religión católica porque considera que “la idea del infierno se ha convertido en realidad para miles de millones de personas que piensan que aquel que no piensa de una manera determinada será castigado”.

6 comentarios:

  1. ...que interesante lo que nos cuentas....¡¡¡¡¡ Berta

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  2. ¡Cuántas cosas dichas y a comentar en tan poco espacio!

    Desde la utilización de nuevos materiales y concepciones del objeto artístico en sí, hasta la utilización de esa materia como vehículo y estética de expresión para causar impacto, retener el interés del espectador y "obligarle" a posicionarse intelectualmente, de algún modo.

    Arte político, arte como crítica a los poderes establecidos, y también la posibilidad de la inicial Vanguardia de ser asimilada y perder así su primer objetivo de actuar como revulsivo. De no llegar a mantener su espíritu realmente provocativo.

    Quizá sean precisamente las manifestaciones en contra de las exposiciones de este artista las que hayan dado la medida de la importancia de su mensaje, o al menos, hayan ayudado a ello, y aún así también creo que se debe celebrar la mayor tolerancia colectiva frente a su obra, porque ello demuestra que se ha avanzado un paso más en la apertura mental de la sociedad.

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  3. Quiero aclarar que fue también el gobierno de aznar quien le nombro en aquel puesto al frente de ICI en Buenos Aires, siendo Secretario de Estado para Ibero América, Fernando Villalonga Campos que fue quien en realidad le nombro o propuso su nombramiento...cuando cesaron Fernando Villalonga, fue cuando cesaron a José Tono Martinez y su valentía fue duramente castigada...aunque cuando te metes en esos circuitos, te nombran y te cesan y no hay que preguntar porqué lo hicieron ni en un caso u otro...
    Ferrari contaba como el mismo cura que habia bautizado a su hijo, años mas tarde le había dado la bendición justo antes de ser lanzado al vácio sobre al mar desde un avión militar, pasando a engrosar las lista de "desaparecidos de la dictadura en la Argentina del terror y la locura"...

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  4. es increíble la historia de aventuras y desventuras de muchas personas ... yo soy una apasionada de las biografías .. me encanta enterarme de la vida de los demás , todas aquellas personas que nacen con algún don , para mi , merecen toda mi admiracion ya sea en la literatura, pintura, música... que vida tan interesante y triste la de Ferrari .. perder a un hijo... luchar como lucho con su obra por una rebelion tanto política como religiosa ....gracias por la entrada , me ha encantado .

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  5. ....veo que los RRMM....no me han traido.....estar en TU LISTA DE BLOGS FAVORITOS..... Buaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh.....Snif...snif....Berta

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  6. ¡Qué exposición tan interesante ¡ A ver cuando podemos volver a Madrid...por cierto, ¿conoces el libro de Marchamalo (La tienda de palabras ) ? me lo ha recordado; no sé por qué.
    besos
    Sara

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