Hace unos días, paseando entre mis papeles, me encontré con una cosa extraña. Era una tarjeta de cartulina que tenía pegado el dibujo un niño con una camiseta, con las siguientes palabras estampadas: “I´m a lost boy” (Soy un niño perdido). De un agujerito que tenía en la cabeza salía un hilo, como para colgarlo en algún sitio.
Al pie de la tarjeta, figuraba este texto: “Instrucciones de uso: Acabas de adoptar un niño perdido. Este niño está numerado y firmado. Es personal e intransferible. Despégalo con mucho cuidado del papel y colócalo en algún lugar junto a algún objeto que haya sido importante en tu infancia. Envíanos una fotografía con un texto breve comentando tu elección. Quizá este niño se transporte de nuevo a tu infancia, quizá seas tú mismo quien vuelva a recuperar aquel tiempo perdido o quizá es que nunca lo habías perdido.” Al dorso había una dirección de correo electrónico.
Ese descubrimiento me ha producido una extraña sensación. No sabía qué pensar. Otra extraña campaña de publicidad– pensé, no saben ya que inventar. El misterio era que no sabía cómo había llegado a parar entre mis cosas. Tampoco parecía ser uno de los niños perdidos de Peter Pan, escapado del País de Nunca Jamás. Quizá la encontré hace tiempo en algún sitio y aquella imagen me gustó y la guardé como marca páginas. La verdad es que no tenía ni idea.
La cosa es que me he puesto a investigar un poquito sobre el niño perdido. Y son obra de un artista llamado Guillermo Martín Bermejo, y estos niños perdidos, nacieron como lo que ahora llaman los artistas modernos una “intervención urbana” en distintas ciudades del mundo, y por lo visto se han convertido en una intervención humana. Las personas que los recogen o los regalan a otras personas van creando una red, que van uniéndose de diferentes formas. La idea es replantearse sentimientos que creíamos olvidados, reencontrar experiencias perdidas. Con las contestaciones que ha recibido el artista ha desarrollado todo un proyecto mundial de niños perdidos.
La idea del artista es que esos niños perdidos son niños diferentes, que se abandonan por elección propia, se automarginan porque se saben distintos, buscan otros juegos, otros venenos. Prendidos en la calle o en lugares públicos buscan espíritus como ellos, invisibles desde la sombra, en una ruptura con lo “normal”, y viajan hacia lugares fantásticos, como Gulliver. Los que los encontramos y los adoptamos es porque nos sentimos un poco como ellos. Y yo seguía preguntándome, ¿cuándo adopté ese niño perdido que tenía en mis papeles?
Al final me decidí a mandar un texto a aquella dirección de correo electrónico. El propio Guillermo me ha contestado diciéndome que el padre de la criatura es él, pero que me la podía quedar a cambio de cuidarle bien. No he resuelto el misterio del niño encontrado, pero navegando por la red he encontrando que el artista se ha inspirado en los niños, que en su obra son misteriosos, observadores, silenciosos, solitarios.
Si pinchas esta imagen podrás ver un video
Me has dado una idea apasionada, una tertulia para buscar dentro de nosotros ese "niño pérdido" con fotografías que nos hablan de aquel niño/a, en noches de verano...quién sabe qué encontraremos.
ResponderEliminarEstupenda entrada, L.
Si los adoptantes se sienten inclinados a serlo será que tienen bien guardado en un rinconcito de su ser esa parte de su propio yo. Quizá el juego consista en ser un poco benevolente con uno mismo y dejar que el niño perdido aflore, así seguramente la imagen representada por el artista podría liberarse de ese aire adusto, ensimismado, y un tanto tristón, y mostrar la sonrisa que parece faltarle. Parece una buena terapia, siempre se está a tiempo de sonreír.
ResponderEliminarPues hoy te mando un beso bien risueño desde aquí y me apunto a la tertulia de Lourdes. ¡A ver qué descubrimos...! C.
Lo siento Antipático, tus niños perdidos me provocan inquietud...no me gustan. Los niños no son silenciosos , ni solitarios...esos son niños tristes, traumados...al fin y al cabo...abandonados.
ResponderEliminarmis niños son alegres, ruidosos , observadores pero no misteriosos; inocentes, traviesos...pero adorables.
La entrada es muy buena...pero ninguna de esos niños con los párpados caidos me transportaría nunca a mi infancia.
Regenta, es una pena que no adoptes uno, seguro que le hubieras devuelto la alegría.
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