Como ustedes saben, no suelo prodigarme sobre las noticias que aparecen en los periódicos y en la televisión. Hace tiempo que pienso que todos deberíamos leer más libros y menos periódicos, que los medios de comunicación no informan, sino que manipulan, y que la única manera de armarnos frente al bombardeo contaminante de esos medios es formar nuestra opinión hablando directamente con los demás, observando lo que pasa en la calle, y leyendo buena literatura e historia. Y precisamente de lo que ha pasado en la calle quiero hablarles hoy. La noticia que ha publicado la prensa es la siguiente:
Al parecer, el consistorio madrileño, para promocionar el turismo a nuestra ciudad, ha organizado el lanzamiento de globos amarillos en la plaza de Times Square, por el Centenario de la Gran Vía madrileña. Y varios ciudadanos de Nueva York, al contemplar aquellos globos que brillaban extrañamente, los confundieron con ovnis, según el New York Post y Fox TV. También la policía y las autoridades de aviación recibieron numerosas llamadas de gente "preocupada" que "decían haber visto ovnis volando por encima de Manhattan". Desbordante es, en verdad, la imaginación de los ciudadanos de Manhatan.
Esa imagen impactante, hubiera dado la vuelta al mundo. Pero quizá, el Pentágono de Washington, hubiera confundido semejante aparición con un artefacto hostil. Acaso hubiera cerrado todo el espacio aéreo del país y, con el ánimo belicoso que les da su poder militar y su miedo a terrorismos e invasiones, hubiera mandado sus aviones de combate para desintegrar con sus armas tamaño portento. E incluso, una vez identificado su origen, hubieran bombardeado la Gran Vía madrileña para escarmiento de todos.
En fin, no desvarío más. Alguien le tenía que haber dicho al alcalde madrileño, que el mundo real, la calle, no es el mejor sitio para promocionar nada, sino que sólo a través de los medios de comunicación se puede invadir la mente de los ciudadanos, perdón, quería decir de los consumidores. Pensándolo mejor, pienso que eso ya lo sabía, y tan modesta campaña se debe a que las arcas madrileñas se encuentran vacías, y decidieron hacer “algo”, aunque fuera tirando a cutre. En definitiva, lanzando unos globitos al cielo se consiguió llamar la atención, sin gastar un euro y sin que Madrid fuera bombardeada. A eso se llama hacer de la necesidad virtud. Lástima que nadie se haya enterado en Nueva York de a santo de qué se lanzaron los globitos, ni qué sea eso de la Gran Vía, ni dónde está Madrid. O quizá sí, y entonces tendremos que empezar a aprender a hablar inglés los madrileños, para atender a los millones de neoyorquinos que, después de tan magnífica campaña, invadirán nuestras calles mirando al cielo y buscando ovnis.
Al parecer, el consistorio madrileño, para promocionar el turismo a nuestra ciudad, ha organizado el lanzamiento de globos amarillos en la plaza de Times Square, por el Centenario de la Gran Vía madrileña. Y varios ciudadanos de Nueva York, al contemplar aquellos globos que brillaban extrañamente, los confundieron con ovnis, según el New York Post y Fox TV. También la policía y las autoridades de aviación recibieron numerosas llamadas de gente "preocupada" que "decían haber visto ovnis volando por encima de Manhattan". Desbordante es, en verdad, la imaginación de los ciudadanos de Manhatan.
No quiero ni pensar, si el alcalde de Madrid, haciendo gala a su apellido “Gallardón”, hubiera él mismo ascendido gallardo a los cielos, como hizo Alejandro Magno. Según cuenta el poema épico medieval llamado El Libro de Alexandre, el rey mandó capturar dos aves fantásticas, dos grifos, a los que acostumbró a comer carne. Ordenó preparar luego una bolsa de cuero bien cosida, que se ató a los grifos mediante un arnés. En esa bolsa se metió, con cuidado de no cubrirse la cabeza, para ver mejor, después de tener a los grifos sin comer durante tres días, a fin de que estuvieran hambrientos. Una vez dispuesto así todo, puso pedazos de carne en el extremo de una larga pértiga, que levantaba o bajaba para dirigir el vuelo de los monstruos que le llevaban por los aires. Así subió a las nubes, cuenta el poeta. Y contempló valles y montañas, ríos y mares, puertos y ciudades, y la faz entera del mundo, incluyendo África. Así, nuestro Alberto el grande, apodado por sus enemigos como el faraón, hubiera sobrevolado las tierras americanas, y no solo la ciudad de Nueva York, contemplando las maravillas de tan admirable país, provocando el asombro de todos y, de paso, dando a conocer la ciudad de Madrid que le enviaba.
Esa imagen impactante, hubiera dado la vuelta al mundo. Pero quizá, el Pentágono de Washington, hubiera confundido semejante aparición con un artefacto hostil. Acaso hubiera cerrado todo el espacio aéreo del país y, con el ánimo belicoso que les da su poder militar y su miedo a terrorismos e invasiones, hubiera mandado sus aviones de combate para desintegrar con sus armas tamaño portento. E incluso, una vez identificado su origen, hubieran bombardeado la Gran Vía madrileña para escarmiento de todos.
En fin, no desvarío más. Alguien le tenía que haber dicho al alcalde madrileño, que el mundo real, la calle, no es el mejor sitio para promocionar nada, sino que sólo a través de los medios de comunicación se puede invadir la mente de los ciudadanos, perdón, quería decir de los consumidores. Pensándolo mejor, pienso que eso ya lo sabía, y tan modesta campaña se debe a que las arcas madrileñas se encuentran vacías, y decidieron hacer “algo”, aunque fuera tirando a cutre. En definitiva, lanzando unos globitos al cielo se consiguió llamar la atención, sin gastar un euro y sin que Madrid fuera bombardeada. A eso se llama hacer de la necesidad virtud. Lástima que nadie se haya enterado en Nueva York de a santo de qué se lanzaron los globitos, ni qué sea eso de la Gran Vía, ni dónde está Madrid. O quizá sí, y entonces tendremos que empezar a aprender a hablar inglés los madrileños, para atender a los millones de neoyorquinos que, después de tan magnífica campaña, invadirán nuestras calles mirando al cielo y buscando ovnis.
Muy bueno lo del ciudadano-consumidor.
ResponderEliminarLo que pasa es que gallardón quiere estar ovni-presente. Y no se da cuenta de que le están a punto de cerrar el grifo.
Veo Joaquín, que te has unido a mi exiguo grupo de seguidores. Bienvenido
ResponderEliminarMe encantan tus escritos. Que divertido este ante tales "ideas".
ResponderEliminarSaludos
Cristina
Pero estos imbéciles creían que los aviones de linea eran inocentes avionetas y se asustaron con los inocentes globos de este muchacho GALLARDON.
ResponderEliminarPERO BIEN DICEN QUE EL QUE SE QUEMA CON LECHE VE LA VACA Y LLORA