jueves, 17 de marzo de 2011

LOS GOZOS DE LA SOLEDAD


Érase una vez, en la lejana China, durante la dinastía Tang, un letrado taoista que se llamaba Wang Wei (699-759). Era pintor, en blanco y negro, y un famoso poeta. Vivió la covulsa época de la insurrección promovida por An Lushan contra el emperador Xuan Zong, de cuyos desastres quiso escapar, refugiándose en un remoto rincón a orillas del Río Wang, que dio nombre a un famoso ciclo de poemas (Poemas de Río Wang), que compuso en unión de Pei Di. Éste también era letrado, también escrior, también adicto a la soledad del bosque de bambús regados por la plácida corriente.

Allí Wang Wei pudo recitarle a su amigo estos versos:

Sentado entre los bambúes,
en el bosque solitario,
silbo una canción
y toco el laúd.
En lo hondo de la espesura
con nadie trato,
sólo acude a iluminarme
la clara luz de la luna.

Pei Di, quizá pudo replicarle con estos otros versos:

El cielo azul se oscurece, 
el sol se oculta, 
el susurro de los pájaros 
se une al del arroyo, 
la verde senda del agua 
en la espesura se pierde.
Gozo de la soledad,
¿tendrá fin algún día?

4 comentarios:

  1. He regresado con Japón, yo que quería hacerlo con algo alegre o delicado como estos poemas de vida, de esa vida que ahora tanto echo de menos...que no daría yo por vivir en el campo, verdes, todo verde o algo verde...con un bosque cerca y pequeños arroyos y escuchar el sonido del agua...

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  2. Lourdes , querida , te mandamos unas fotos verdes , con agua, y campo que te espera y nosotros tambien...

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  3. Antipático , en relación a esos bellos versos chinos , dejame recordar otros parecidos de un fraile muy conocido.

    Vivir quiero conmigo,
    gozar quiero del bien que debo al cielo,
    a solas, sin testigo,
    libre de amor, de celo,
    de odio, de esperanzas, de recelo.

    ODA A LA VIDA RETIRADA

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  4. Linda es la soledad buscada, el goce los sonidos de la naturaleza arrullando un alma en paz que se regocija en su disfrute.
    Pero para quienes vivimos en la soledad más desolada y triste, para quienes un sonido en casa al llegar, aún el más molesto sería una bendición...leer estas elegías son neta paradoja, porque lo que quisiéramos de verdad sería arrullarnos en los sonidos de una taza de té que unas manos amadas acercan subiendo la escala tintineantes y esperadas.
    Áún así, bellísimos poemas. GRACIAS

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