Así se titula un artículo del no bien ponderado Javier Gomá Lanzón, a quien leo desde hace algunos años, publicado en el último Babelia. En él defiende la necesidad de la mediación de la cultura, la buena educación y la cortesía, con sus pequeñas claudicaciones, sus piadosas insinceridades, sus balsámicas hipocresías, que hacen la vida amable porque crean la ilusión de una mutua benevolencia. Esas mediaciones reales y simbólicas de la cultura quedaron arrasadas por los supuestos valores de la sinceridad, en la edad moderna. Frente a la misantropía del sincero, que no duda en endilgar a los demás su fastidiosa verdad, el autor prefiere la filantropía del mentiroso.
Y tanto me ha gustado lo que dice, que me estoy planteando dejar de ser tan antipático y no publicar aquí esas crudas opiniones que periódicamente les suelto, probablemente con juicio errado, y endulzarles la vida con historias más amables, menos reales, y sonreír más. Pero mejor, lean el artículo.
no puedo estar más de acuerdo, desde hace mucho tiempo mi lema es "no sea usted sincero, sea amable"
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