viernes, 26 de febrero de 2010

WYNDHAM LEWIS


El otro sábado estuve disfrutando la visita a una exposición sobre la obra de Wyndham Lewis (1882-1957). Este artista y literato inglés lideró el vorticismo, único movimiento artístico relevante que se desarrolló en Inglaterra en la época de las vanguardias de principios de siglo, y que impulsó Lewis desde su revista “Blast” (explosión). Como puede verse en la exposición, la obra de este artista tiene un enorme interés y valor, y ahorale reivindican, después de haber sido olvidado, denostado y atacado.

¿La razón? Siempre hay muchas razones para cualquier cosa. Las razones son muy sospechosas, se encuentran siempre que se quiere. Probablemente en su caso hay muchas razones todas ellas poderosas: criticó, desde posturas claramente individualistas, las concepciones del ambiente artístico e intelectual de su época, lo que le valió el desprecio de la elite intelectual imperante; pero digo yo ¿acaso no honramos desde su publicación la “Deshumanización del arte” de Ortega. Rechazaba a la masa y al público por la inercia con que arrastraba el gusto de las personas, sin que estas se pararan a reflexionar sobre esas modas, lo que le enfrentaba a las corrientes socialistas; pero hoy en día, ¿quién no rechaza los gustos y la inercia chabacana de la masa? Fue tildado de misógino; y ¿qué me dicen de Picasso, por qué no le despreciaban?


A pesar de su conversación divertida y sus exquisitas maneras, tenía un carácter irascible y difícil. Después de la Primera Guerra Mundial, que le hizo perder parte de su alegría, era consciente de su aislamiento intelectual y de su enfrentamiento a la sociedad que le rodeaba. Publicó entonces otra revista llamada expresivamente “Enemy”.

Pero hemos de reconocer, que se equivocó enormemente sobre la ideología fascista. La Primera Guerra Mundial le dejó secuelas imborrables, y siempre mostró un enorme terror a la guerra. Ese terror al enfrentamiento armado le llevaría, en el período de entreguerras, a acercarse al bando equivocado por el que mostró su simpatía, remarcada por su relación con el poeta Ezra Pound, que fue condenado por traición tras la Segunda Guerra Mundial. Llegó a publicar un libro sobre Hitler, en el que le llamaba “hombre de paz” y defendió algunos aspectos del fascismo frente al comunismo. Y aunque nunca militó en ningún movimiento, pues odiaba la política y los gregarismos, aquello no le fue perdonado. Realizó intentos posteriores por matizar aquellas opiniones, pero todo fue inútil: no impidieron que su reputación quedara dañada de forma definitiva.

Paseando por la exposición, compruebo la enorme fuerza de sus dibujos, de sus cuadros de la primera época “vorticista”, movimiento que personalmente me parece muy influido por el cubismo y el futurismo; el uso del color, el impacto expresivo de su pintura; pero a medida que se va observando su evolución como artista, mi admiración crece: sus retratos al óleo y en dibujos son excepcionales, sus composiciones abstractas interesantes. Publicó casi cincuenta libros en toda su vida.
A partir de 1931, cuenta con la presencia inseparable de su mujer Gladis Anne (Froanna) Hoskyns, de la que pueden verse hermosísimos retratos en esta exposición. Observándolos uno no alberga duda de su amor. Con ella vive los momentos amargos de escasez y penurias durante la Segunda Guerra Mundial, después su aislamiento, la enfermedad y finalmente la ceguera, que le obligó a dejar de pintar, aunque siguió escribiendo.
Contemplando la belleza que fue capaz de crear con su pintura, se entiende que, a pesar de la marginación de la que fue víctima en vida, tras su muerte se le dedicara una gran exposición antológica en 1956 en la Tate Gallery de Londres, como reconocimiento a su talento.
Esta marginación a quien no comparte las ideas dominantes y ortodoxas, a menudo ha hecho que se quiera olvidar a grandes artistas. ¿Cuántos de ellos no estarán enterrados definitivamente en el olvido? Pero de vez en cuanto la obra de estos proscritos, cuyas vidas, ideas y actitudes nos pueden repeler, logra sobrevivir, surge potente y su luz se nos impone, al margen del contexto social o político en el que fue creada, al margen de la vida, más o menos miserable o ruin de su autor, incluso aunque nos repugnen sus ideas políticas. De lo contrario no podríamos disfrutar, como lo hacemos, de la obra de literatos y artistas que no dudaron en adular y servir de propaganda a reyes absolutos, tiranos intolerables, emperadores sanguinarios, matachines nazis y fascistas o siniestros comunistas..., que hoy admira unánimemente todo el mundo.
Se puede visitar la exposición en la Fundación Juan March . (por cierto, el señor March fue un magnate, cuya fortuna tiene un oscuro origen en la colaboració con nazis y con Franco, del que sólo recordamos la obra cultural de su fundación).

4 comentarios:

  1. una delicia, este articulo da para hablar ehhhh, bueno realmente todos los tuyos, un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Pues mira tú por donde pensaba ir este domingo a visitar la fundación. Me perdí la de Friedrich y esta no quisiera .
    Gracias por la información
    saludos

    ResponderEliminar
  3. Estoy muy contento, gracias por decírmelo. Max

    ResponderEliminar
  4. Hola!! En primer lugar, disculpa mi tardanza en responderte. Por circustancias ajenas, he estado desconectada unos días de internet. Decirte que el libro que me recomendaste de "CARTAS DE HOMBRES A MUJERES" al final me lo compré, y me gustó mucho. Gracias. :) Por fin veo tu blog, y con tu permiso, me quedo un ratito por aquí leyéndote. Voy a por un café.

    ResponderEliminar