
Yo no iré a la exposición, pues el exceso de masa me inhibe y las obras las tengo vistas en París


Con los años me enteré de que Odilon Redon (Burdeos, 1840 París, 1916) fue contemporáneo de algunos impresionistas y amigo de otros, y anticipó la concepción onírica del surrealismo. Fue un simbolista visionario que no se consideró nunca miembro de grupo alguno. Asiduo de las tertulias en casa de Mallarmé y figura aglutinadora de los nabis, pintaba, a diferencia de los impresionistas, "no sólo lo que veía, sino que reflejaba sus sueños y lo más profundo de su pensamiento. Sabía evocar tanto el mundo real como el irreal", apunta Ian Woodner, propietario de la colección privada más importante sobre Odilon Redon. En sus óleos y dibujos Redon tradujo temas clásicos a una imaginería onírica, estableciendo un puente entre el romanticismo decimonónico y el surrealismo del siglo XX. Redon va evolucionando. Al principio realiza dibujos en carboncillo (los negros),
inspirados en la pintura negra de Goya, en los que renuncia al uso del color. Son imágenes de una humanidad dolida y sufriente, al tiempo que amenazadora, parecen extraídas de alucinantes herbolarios en los que conviven torturadas formas humanas, animales y vegetales (como su hombre cactus y su hombre esqueleto). Pero a partir de 1890 empezó a evolucionar hacia el color, primero utilizando pasteles teñidos como soporte de los negros, hasta llegar a un arte de composición libre, de un profundo lirismo, en el que el color lo invade todo: rojos que explotan junto a verdes inauditos, malvas brillantes y una infinita variedad de gamas para ilustrar una también notable variedad de temas: paisajes, plantas, árboles, flores y motivos mitológicos y místicos.



De eso todo esto me enteré en mi segunda visita a París, cuando contemplé a solas de nuevo las salas dedicadas a él en el museo, y cuando compré una enorme monografía dedicada a él. Pero ha sido este año pasado, cuando he tenido ocasión de sentir que de verdad penetraba en aquella rendija dejada por mi amiga. Primero porque en la feria del libro cayó en mis manos “Colores”, libro de cuentos de Remy de Gourmont, otro simbolista, inspirados en los diferentes colores y sus significados. Cada cuento tiene imágenes de nuestro pintor misterioso. Después, incitando por aquel descubrimiento, busqué el libro “Sobre la vida, el arte y los artistas” (París 1922) en las librerías de viejo. Al fin encontré la edición de la traducción española (editorial Poseidón, Buenos Aires 1945). En esa obrita el autor anota en su diario sus reflexiones, recuerdos y sentimientos, y una variada gama de opiniones sobre los artistas de su época, y en concreto, sobre muchos impresionistas.

He aquí algunas otras impresiones suyas.

Creo deber mucho como pintor a lo que hice como aspirante a arquitecto, a las proyecciones de sombras que un profesor instruido me hizo realizar con atención minuciosa, insistiendo en la abstracción teórica y en demostraciones sobre cuerpos tangibles y planteándome, en los problemas a resolver, casos especiales de sombras proyectadas sobre esferas y otros cuerpos sólidos. Esto me sirvió más tarde: tuve más facilidad para aproximar lo inverosímil a lo verosímil y poder dar una lógica visual a los elementos imaginarios que entreveía.
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Todos nacemos con otro hombre interior, en potencia, que la voluntad mantiene, cultiva y salva –o no salva. Nada se sabe ni jamás se sabrá lo que influye para que éste se convierta en un artista y el otro en un financiero o un funcionario, aunque hayan partido juntos, aureolados por las mismas virtudes. Se trata de un punto insondable, irreducible. La fortuna o la pobreza no constituyen obstáculos: en cualquier parte se tiene la propia alma, en cualquier parte se dispone de una materia...El fin de un destino se halla en uno mismo; recorre caminos ocultos que el mundo ignora; cubiertos de flores y de espinas.
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Cada día que se va lleva su pena consigo; alza un poco el velo de la verdad. Lo más duro es sentir entibiarse o apagarse las amistades; con frecuencia se pierden por las mismas naderías de la vida, que separan a los hombres en ideas, en ocupaciones, en costumbres, en trabajos diferentes; pero sólo las amistades de la infancia son seguras y en ellas es muy dulce apoyarse.
Se vive tan sólo de los hábitos. Bajo los modales aceptados de la cortesía, que no es más que la apariencia de la amistad, de la bondad, se oculta un fondo miserable. Si tantas atenciones y maneras de obrar falsas son necesarias a la duración de la sociedad, a la conveniencia de los hombres, no hay nada más horrible que el aspecto exterior de la amistad disimulando el odio.
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Toda conducta que creer a alguien otra cosa que nuestro pensamiento, es una mentira. El mismo silencio, en ciertas circunstancias, puede dar lugar a equívocos. ¿Dónde están, pues, la lealtad, la sinceridad?
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He ganado algunas amistades que me son caras y, por consiguiente, un poco de apoyo a mi alrededor.
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¡Qué placer produce leer en un cuarto tranquilo, con la ventana abierta al bosque! He abierto el viejo Dante; no me abandona más. Vamos a ser amigos serios.
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Vosotros, cansados de la vida mundana; vosotros a quienes agobia el peso de los días; todos vosotros, los que trabajáis sin tregua ni descanso en el seno de vuestras miserias; todos, hombres del campo y gentes del pueblo: id a respirar la fuerza de la fe en la naturaleza fecunda, nuestra madre y amiga.
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La soledad da al amor una intensidad vehemente, obstinada. El aislamiento del objeto amado causa su brillo y su fuerza.

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1887, 6 de mayo.- Fue en mayo. Después de varios días de aprensión infinita, inquietud y perturbación incesantes, pues jamás había visto nacer a mi alrededor; novicio, en fin, en esta angustia, vi nacer en pleno día, un día húmedo y caluroso, a mi hijo Juan. Lo quise de golpe. En el mismo momento de su vida, que sentí frágil. ¡Qué poca cosa humana era! ¡Y qué ternura en mi corazón!
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1888.- Se me atribuye un excesivo espíritu analítico: al menos es lo que trasluce la curiosidad que siento en los escritos jóvenes que me visitan. Los veo asombrados por mí ¿Qué habré puesto en mis obras para sugerirles tantas sutilezas? Les puse una puertita abierta al misterio. Hice ficciones. A ellos toca ir más lejos.
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El artista sabe muy bien que entre todas sus obras, la que mejor lo refleja y revela ha sido hecha en soledad.
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El gran estilo de Rembradt, ese estilo brotado del corazón y de un espíritu capaz de extensión, se debe al sedentarismo de su vida tranquila. Jamás dejó Ámsterdam y no recomendaba los viajes a sus alumnos, ni siquiera el viaje a Italia.

este sábado la cola que había en recoletos me impidió ver la exposición, pero aún habiendo visitado el museo d'orsay, yo pasearé entre los cuadros y mi pesamiento te llegará con fuerza como si tan sólo tu estuvieras con las obras que allí se exponen.
ResponderEliminar...que descanso leerte hoy..... ha sido como un regalo en esta tarde ¡¡¡¡¡ Berta
ResponderEliminarEl recuerdo de esas obras maravillosas que vi , hace 20 años en Paris, fue tan delicioso....¡que yo tampoco ire a la exposición de los impresionistas¡Esa primera vez ( aunque he vuelto en otras dos ocasiones ) fue tan especial : Paris estaba prácticamente desierto , por la guerra del golfo y el museo medio vacio, solo unos cuantos japoneses con sus camaras.
ResponderEliminarcurioso pero yo también estaba en Paris hace 20 años cuando la guerra del golfo y no había nadie, claro que... era la primera vez que salia de España, me encontré con el arte, y cuando eso me ocurre siempre tengo la sensación de estar sola, que gusto leerte
ResponderEliminarGracias por tu entrada. Nos ha venido muy bien para nuestro tercer viaje a París. Nosotros también nos quedamos fascinado por su color hace 4 años con sus obras expuestas en esa doble sala tan pequeña e íntima del Museo Orsay. Nos han comentado que existe una casa museo visitable en París, pero no somos capaces de encontrar referencias. ¿Sabes algo sobre esto? Gracias, de nuevo.
ResponderEliminarJavier.
Me temo, Javier, que tampoco tengo noticias que darte sobre una casa museo en París. Sé que tiene mucha obra expuesta en Burdeos, en el Museo de Bellas Artes. Presumo que esa casa museo no existe, pero si consigues dar con ella no dejes de decírmelo.
ResponderEliminarBueno, pues dos años después, aquí está en Madrid, en la Fundación Mapfre, la exposición temática con 170 cuadros hasta finales Abril. Acabamos de visitarla y nos hemos acordado de ti. Completa, gratuíta y bien iluminada. ¿Qué más pedir? Temperatura casi primaveral. La hay. Una delicia.
ResponderEliminarSalu2.
Muchas gracias por este post, es muy interesante.
ResponderEliminarQuisiera por favor consultar cuál es la fuente de la siguiente cita pues quisiera referenciarla para un trabajo.
Gracias de nuevo, un saludo.
"Todos nacemos con otro hombre interior, en potencia, que la voluntad mantiene, cultiva y salva –o no salva. Nada se sabe ni jamás se sabrá lo que influye para que éste se convierta en un artista y el otro en un financiero o un funcionario, aunque hayan partido juntos, aureolados por las mismas virtudes. Se trata de un punto insondable, irreducible. La fortuna o la pobreza no constituyen obstáculos: en cualquier parte se tiene la propia alma, en cualquier parte se dispone de una materia...El fin de un destino se halla en uno mismo; recorre caminos ocultos que el mundo ignora; cubiertos de flores y de espinas."