jueves, 12 de agosto de 2010

DIVAS DEL JAZZ

Nacieron con el mismo jazz. Llevaron vidas novelescas y trágicas. Todas visitaron el infierno. Casi todas fueron negras y pobres. Todas fueron artistas inmensas y cuando las escuchamos, su voces todavían ponen los pelos de punta. Estos días de verano, en que viajo de un lado para otro, he llenado el tocadiscos del coche con sus discos, y no paro de escucharlas. Fueron vidas de tragedia, al borde del abismo, formaron parte del tópico truculento que rodeó el jazz del pasado siglo. Altibajos tan extremos que sólo Shakespeare o Dickens se hubieran atrevido a imaginar. Parece como si todas tuvieran que sufrir pobreza, discrimación, prostitución, alcoholismo, drogadicción, prisión, persecución, soledad y desgracia para poder cantar esa música maravillosa.

Anita O´Day (1919-2006) llevó una vida trágica plagada de arrestos policiales, estancias en la cárcel, largos periodos de alcoholismo, adicción a la heroína y años en hospitales; bajadas al infierno que se alternaban sin solución de continuidad con felices retornos a la vida, en los que llegó a tocar el cielo. Inició su carrera cantando en maratones de danza a los catorce años, por lo que fue detenida al ser menor de edad. Fue chica de coro y camarera. Su cultura musical la adquirió escuchando discos y la radio. Cantó con los grandes del Jazz como Benny Goodman, Fats Waller o Count Basie, aunque rompió la imagen de florero decorativo que tenían las cantantes en esas orquestas. Su afición a las drogas la llevó a la cárcel a finales de los años 40. El alcohol amenazó con quebrantar su salud física y mental. En 1967 una sobredosis de horoína estuvo a punto de acabar con su vida. Tres años después, estaba de nuevo en escena. En 1983 publicó su autobiografía titulada High times, hard times (Buenos tiempos, tiempos duros). Poco antes de su muerte, grabó su último disco Indestructible. ¡Cuánta razón tenía!
Ella Fitzgerald (1917-1996). Abandonada por su padre, que era ferroviario, y muerta su madre, que era lavandera, en un accidente de tráfico en 1932, vivió un tiempo con su padrastro y luego con su tía, en medio de la pobreza. Tales comienzos provocaron su absentismo familiar y escolar y numerosos encuentros con la policía, hasta que acabó en un reformatorio. A los dieciséis años ganó un concurso de Jazz (el premio eran 10 dólares), y algunos músicos se fijaron en ella. Su primera actuación fue en el Savoy Ballromm, llamado el Hogar de los Pies Felices, donde acudían los negros de New York, y empezaron sus éxitos y su fama. Fue bautizada como la Primera Dama de la Canción. Se casó con un condenado por tráfico y consumo de drogas. Murió el director de su orquesta, de la que ella se hizo cargo, pero acabó disolviendo la formación totalmente agotada. Volvió a casarse. Emprendió una carrera más vanguardista en clubs de Jazz, con una pequeña formación, improvisando maravillosamente en las jam sesions, aunque su compañía discográfica la tenía encasilla en un repertorio más tradicional. Su éxito le llevó a grabar y a actuar con los más grandes: Frank Sinatra, Duke Ellington, Louis Amstrong, Basie, Granz. Pero tales éxitos no impidieron seguir con su vida personal azarosa y atribulada y llegó a comprometerse con un tal Larsen, joven sueco que fue condenado en su país a trabajos forzados. En sus años de decadencia, se rompió un pie durante una actuación, lo que le obligó a cantar sentada, y la diabetes que padecía la dejó ciega en 1991. En 1993, tuvieron que amputarle ambas piernas. Profundamente deprimida, desapareció de la escena y ya no se volvió a saber de ella hasta que murió a los 79 años.
Dinah Washinton (1924-1963), tuvo una fulgurante carrera artística, que empezó como cantante de godspel, pero su existencia nunca fue un remanso de paz, pues siempre siguió con una vida cada vez más tumultuosa y salvaje. Casada siete veces y divorciada seis, mantuvo amores extraconyugales con varios hombres, entre otros, con Quincy Jones. Entre sus allegados era conocida por sus exigencias fuera de medida y sus caprichos sin fin. Se sabe que dilapidó su fortuna comprando sin mesura cuanto se le antojaba y, muy especialmente, automóviles de primeras marcas, abrigos de pieles y zapatos caros. Pero su público lo perdonaba todo. En una ocasión, actuando en Londres, tomó el micrófono y dijo: “Sólo hay un cielo, una tierra y una reina. La reina Isabel es una impostora...”, lo que mereció una estruendosa ovación del público británico. La noche del 14 de diciembre de 1963, una fatal combinación de somníferos, píldoras adelgazantes y alcohol terminó con su vida a los 39 años. Se acaba de casar con un jugador de fútbol americano.
Billie Holiday (1915-1958). Nacida de una madre de trece años, que al poco de nacer la dejó con sus abuelos, junto con una prima, sus dos hijos pequeños y su bisabuela. Sus abuelos la maltrataban. A los diez años empezó a trabajar cuidando niños, fregando y haciendo recados en las casas de los barrios blancos, y como chica para todo en una casa de citas. Jugaba con los chicos del barrio y tenía fama de marimacho, y por eso empezaron a llamarla Bill (se llamaba en realidad Eleanora Fagan). Su madre volvió por ella y se fueron a vivir a Baltimore, donde regentaron una casa de huéspedes. Un día uno de ellos intentó abusar de ella, con el sorprendente resultado de una condena de cinco años para el agresor y la reclusión de la niña en una institución católica. Allí fue castigada, humillada y obligada a permanecer una noche entera junto al cadáver de una compañera. “Grité y golpeé la puerta constantemente hasta que se me ensangrentaron las manos. Nunca olvidaré ese lugar”. De nuevo su madre tuvo que marchar y volvió con sus abuelos, hasta que su madre la llamó de nuevo a Nueva York, donde se empleó como fregona y después como prostituta (a veinte dólares el polvo). Fue encarcelada, pues era menor, y la pusieron en libertad en plena depresión de 1929. Sin trabajo, vivía con su madre pasando hambre. Un día desesperada fue a un club para encontrar trabajo como bailarina, y aquello fue un desastre. Pero el pianista le dijo: “¿Sabes cantar, chica?”, a lo que ella respondió: “Claro que sé cantar, eso no es nada del otro mundo” (disfrutaba tanto cantando que no se le había ocurrido que se pudiera ganar dinero con ello). El club quedó en silencio mientras sonaba su voz y al acabar todos aullaban y levantaban sus vasos de cerveza. La contrataron para cantar entre las mesas y recoger las propinas. Sus compañeras decían: “Mírala, se cree una lady”. Con ese sobrenombre de Lady Day sería conocida en adelante. Así empezó su carrera musical. Conoció a Bob Hope, Judy Garland, Orson Wells, Bette Davis o Lana Turner. En una ocasión la despidieron por sentarse a la mesa con un blanco, lo que entonces estaba prohibido por la política de segregación racial. Se casó en 1941 con un músico que no tardó en engañarla y que la indujo a consumir drogas, que harían de ella una adicta compulsiva; relegada del circuito, vivió un tiempo absolutamente sola. Volvió a actuar, y cuando decidió desengancharse de la droga, tras tres semanas en un sanatorio, la policía empezó a seguirla, pues se había convertido en su objetivo prioritario: cantante de jazz, negra y drogadicta, lo tenía todo. Finalmente fue detenida en 1947 y condenada a un año de cárcel por consumo de heroína. A la salida de la cárcel su representante organizó una triunfal reentré en el Carnagie Hall. La cantante se había convertido en una extravagancia, en la que la gente esperaba que se cayera de bruces, totalmente colgada, o algo parecido. En 1949 fue arrestada de nuevo. En 1956 contrajo nuevo matrimonio. Fue nuevamente detenida. El alcoholismo le sacó de la droga, pero le hizo perder su voz. Al final el desastre se aceleró. Separada de su marido, los dos últimos años de su vida los pasó deprimida, abatida, enferma, arruinada. Murió sola en un hospital de Harlem.
Nina Simone (1933-2003). Nacida en una familia pobre. Su padre era un obrero y su madre una sirvienta. Su afición a la música se inició como cantante de godspel y aprendió música cuando un benefactor le sufragó sus primeras clases de piano y órgano. Cuando tenía diez años era una joven prodigio y dio su primer concierto en la biblioteca de su ciudad. Sus padres tuvieron que ceder los asientos de primera fila que habían ocupado para que se sentaran unos ciudadanos blancos. Aquel fue el inicio de su compromiso por la libertad y las reivindicaciones para abolir la discriminación racial. Iniciada su carrera musical, pero su raza le impidió conseguir una beca para estudiar música. Truncada su ambición de ser concertista de piano, empezó a tocar en clubs música popular, que mezclaba con improvisaciones de música clásica y jazz. Luego empezó a cantar y allí se inició una carrera que la hizo famosa, y llegó a ser musa del movimiento hippy y de la canción protesta. Se marchó de su país y vivió en diversas islas del Caribe y otros países europeos. Dejó de pagar sus impuestos en protesta por la guerra del Vietnam y fue acusada de fraude fiscal, por lo que fue arrestada en una puntual visita a su país en 1978. Se ganó mala fama entre los organizadores de conciertos, arremetía contra el negocio de la música, contra los Estados Unidos y los nuevos estilos de música. Su plan había consistido en convertirse en la primera concertista de piano de raza negra, y no se le ocurrió que terminaría tocando para audiencias que hablaban y bebían mentras ella tocada. Recobró una cierta fama su carrera en los años ochenta. Cantó en el festival del 80 aniversario de Nelson Mandela y murió, tras una larga enfermedad, en el sur de Francia.

7 comentarios:

  1. Sr. Antipático (¿es para tanto?)
    Aunque le leo de vez en cuando, hoy no puedo reprimir un comentario, pues ha citado usted dos nombres sagrados para mí: Lady Day-Eleonora Fagan-Billi Holliday y Nina Simone. No se puede decir nada, sólo cerrar los ojos y escucharlas con un buen vaso de whisky entre las manos.
    Ciertamente vidas atormentadas, como si esa forma de cantar no pudiera segregarse del humo de los garitos, los sombreros de ala corta, la vida en blanco y negro.
    Pero hay divas actuales, con voces también muy grandes (y vidas personales más "saludables") a las que, si no ha escuchado aún, le recomendaría lo hiciera. Una delicia:
    Dee Dee Bridgewater-No se pierda su trabajo homenaje a Bilie Holiday.
    Esperanza Espalding (ritmo), Cassandra Wilson (jazz-blues con gusto). Un pequeño lujo para el oído.
    Un placer

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  2. Gracias por su recomendación, Midori. Cerraré los ojos y escucharé su música.

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  3. Con permiso ;)

    Pablo, hermoso repaso por los pozos vitales de donde surgieron voces irrepetibles, pero con tu permiso y el de el amigo Midori, nada en el mundo como el «I'm a fool to want you» de la Holliday... eso era y sigue siendo jazz en estado pudo, dolido, salido de las entrañas, improvisado porque aún duele ;)

    Un abrazote a todos

    Jose

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  4. ¡Uyuyuyyyyyyyy!, cuánto bueno por aquí....

    ¡Y yo que creía a todo el mundo de vacaciones! Eso sí, las mejores son con mucha música bien sentida.

    Qué gustazo leerte escuchando a todas ellas de fondo.

    ¡Un besazo agradecido!

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  5. Lo siento Antipático pero no he podido resistirme, la palabra que me ha tocado hoy ha sido "gasecdog" y no veas lo que me ha recordado a Marnie cuando tiene problemas de digestión. Ya hablaremos otro día del asunto...

    Más besos.

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  6. Crazy de Shirley Bassey para los 50

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  7. Que voces tan maravillosas ¿será para compensarlas de tanto dolor?

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