miércoles, 8 de septiembre de 2010

COMPAÑEROS DE TRABAJO

Cuando voy a la oficina siempre me encuentro a los mismos compañeros. Hablamos un poco del tiempo, del fútbol, de las noticias, de asuntos familiares, de la tele o de salud..., pero teniendo cuidado de no mostrar demasiado nuestra intimidad. Preferimos vivir aislados a exponernos, aburrirnos con conversaciones y anécdotas triviales a permitir que nos conozcan un poco. Pasamos muchas horas juntos, sin compartir apenas nada. Una prueba de ello es que si en el buscador de Google introducimos la búsqueda “compañeros de trabajo”, aparece una hilera de opciones nada recomendable: “envidiosos, molestos, insoportables, hipócritas, problemáticos, difíciles”. Sólo salen dos opciones diferentes: “enamorados” y “amantes”, y quizá tampoco sean las más recomendables.


Por todo eso, construimos poco a poco una burocracia a nuestro alrededor llena de silencios, que nos convierte en seres anónimos y previsibles, intercambiables. Creemos así estar más seguros, pues tenemos miedo de los otros, de su envidia, de que utilicen esa información para hablar mal de nosotros, tememos al ridículo, que no nos admitan como uno más de ellos. Hay muchas maneras de estar solo y una de las peores es vivir así entre mucha gente.
A pesar de todo, algunas veces salta alguna chispa que ilumina un poco la vida de algún compañero, de esa parte de su existencia que imaginamos pero que no compartimos, donde previsiblemente no funcionará tanta reserva y discreción, donde no está en riesgo el sustento, donde no hay competencia con los demás.
Y así a lo largo de estos años me he enterado de que mis compañeros tienen vidas, o al menos parte de ellas, interesantes, atractivas. Descubro que tienen actividades o conocimientos de lo más variopinto: amigo de alguien famoso, cantante, mago, pintor, ilustrador de libros, lector empedernido, bibliófilo, profesora de baile, actor de cine, escritor de poesía, melómano y amante de la ópera, deportista olímpico, juez de línea en torneos internacionales de tenis, fabricante de cometas, artesano, locutor de radio..., y mil cosas más. He ido descubriendo que muchos ayudan generosamente a los demás, cuidan enfermos o familiares, visitan a viejitos que viven solos, o enseñan lo que saben a quienes lo necesitan. De todo eso apenas me enteré sino de manera lejana. Los ejemplos son reales, no me los he inventado. Resulta que muchos llevan vidas ejemplares cuando desconfiaba de ellos, son divertidos cuando les imaginaba medio muertos, son amables cuando me parecieron odiosos y sensibles cuando los pensé egoístas.

Con muchos me hubiera gustado hablar de todo eso que ocultan, o hacer cosas juntos: que nos paseara alguna vez César en su barco, montar con Carlos en bicicleta, pasear por el campo con José María, encuadernar con Paco, tirarme en parapente con Félix, hablar de libros con Carmen... Con muchos ya no lo podré hacer, ya no compartimos el trabajo, perdimos el contacto. Lo lamento pero casi siempre sigo con la misma pose distante que todo lo hace opaco, como si de verdad amara la soledad...
La última sorpresa me la ha dado Guillermo Rayo. Coincidimos a menudo en el ascensor.

3 comentarios:

  1. Pues, "pegar la hebra" de vez en cuando, es muy sano y muy relajante. Así que, anímate, que es sencillísimo. Todo es empezar.
    Por cierto : ¿De dónde vendrá esta expresión tan curiosa?.
    Y respecto a la última sorpresa.....¡Qué fueeeerteee!!!!!. Se comprende. Jaaa, jaaa!!!!..

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  2. ...y cuando te lo encuentras en el ascensor, su gesto es serio y viste de traje???? sin resto alguno en su rostro de rimel o una olvidada pestaña postiza???? porque la pregunta que yo me hago ahora es, cómo demonios has llegado tu a ese video???? jajajajaaa...es estupendo.
    No puedo evitar la tentación de googlear el nombre de mi jefe con la (poco sana) intención de encontrarme algo parecido...

    Marisaconcarademalamalisima

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  3. ¡Hay que ver lo que dan de sí algunas aficiones!

    Todavía estáis a tiempo de montar una curiosa fiesta de Navidad, son propicias para mostrar distintas "habilidades"... ¡que lo paséis bien!

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