Julio nos recuerda en este relato lo importante que resulta saber lo que vale el metro cuadrado que hemos comprado. ¿Quién sabe si encierra el acceso a un pozo de petróleo, a un agujero negro, o a la infinita felicidad? ¿Quién sabe si no es un simple paso intermedio a la nada más negra o al todo más brillante? Julio obligaba a pensar en la filosofia profunda que encierran las tonterías, y encima disfrutaba narrando sus hallazgos.
Gracias, Antipático, por recordarme que el azar y la buena ventura suelen ir cogidas de la mano ;)
¡Qué bonita metáfora!, quién tuviera la buena suerte de descubrir y poder adquirir un metro cuadrado de libertad y cuando ese pequeño espacio dejara de tener sentido, poder atinar en otra parte...
Un besazo para el recordado y admirado ser de los acuosos ojos tristes y otro ENORME para el querido transmisor. ¡Gracias!, C.
"En Amalfí, al terminar la zona costanera, hay un malecón que entra en el mar y la noche. Se oye ladrar a un perro más allá de la última farola.." Cortázar Instrucciones-ejemplo sobre las formas de tener miedo. Querido Antipático, la razón del porqué el metro cuadrado, es la misma por la que Kundera vive encerrado en habitaciones cada vez más pequeñas y porque nos acomodamos ronroneando en nuestro sillón y suspiramos con alivio mirando al cielo a ver si se descuelga, como por casualidad, alguna respuesta. Requerimos tener un universito a medida, asible y confortable, el horror vacui es insoportable, es pesadillesco imaginar el universo infinitamente expansivo y de fronteras aún más pavorosas. La especulación es sólo una derivada, lo deseado es el lugar, el metro cuadrado, nuestro propio mundo que nos limite, nos concrete, nos "escencie". Recuerdo que de niños, uno juega a historias de fantasmas y apariciones, y no quiere ser el último en el grupo, se mete adentro del círculo, para no exponer la espalda a contactos espectrales. Eso es lo que seguimos buscando toda nuetra vida, que nuestro espinazo tenga alguna, efímera o ilusoria, protección.
Si algo me ha gustado de este cuentito de Cortázar, es la referencia a ese minúsculo metro cuadrado, que plantea problemas al catastro, y que mecuerda la canción de Vainica Doble "un metro cuadrado".
Buenas noches.
ResponderEliminarJulio nos recuerda en este relato lo importante que resulta saber lo que vale el metro cuadrado que hemos comprado. ¿Quién sabe si encierra el acceso a un pozo de petróleo, a un agujero negro, o a la infinita felicidad? ¿Quién sabe si no es un simple paso intermedio a la nada más negra o al todo más brillante? Julio obligaba a pensar en la filosofia profunda que encierran las tonterías, y encima disfrutaba narrando sus hallazgos.
Gracias, Antipático, por recordarme que el azar y la buena ventura suelen ir cogidas de la mano ;)
Un abrazote
Jose
¡Qué bonita metáfora!, quién tuviera la buena suerte de descubrir y poder adquirir un metro cuadrado de libertad y cuando ese pequeño espacio dejara de tener sentido, poder atinar en otra parte...
ResponderEliminarUn besazo para el recordado y admirado ser de los acuosos ojos tristes y otro ENORME para el querido transmisor. ¡Gracias!, C.
"En Amalfí, al terminar la zona costanera, hay un malecón que entra en el mar y la noche. Se oye ladrar a un perro más allá de la última farola.." Cortázar Instrucciones-ejemplo sobre las formas de tener miedo.
ResponderEliminarQuerido Antipático, la razón del porqué el metro cuadrado, es la misma por la que Kundera vive encerrado en habitaciones cada vez más pequeñas y porque nos acomodamos ronroneando en nuestro sillón y suspiramos con alivio mirando al cielo a ver si se descuelga, como por casualidad, alguna respuesta.
Requerimos tener un universito a medida, asible y confortable, el horror vacui es insoportable, es pesadillesco imaginar el universo infinitamente expansivo y de fronteras aún más pavorosas.
La especulación es sólo una derivada, lo deseado es el lugar, el metro cuadrado, nuestro propio mundo que nos limite, nos concrete, nos "escencie".
Recuerdo que de niños, uno juega a historias de fantasmas y apariciones, y no quiere ser el último en el grupo, se mete adentro del círculo, para no exponer la espalda a contactos espectrales. Eso es lo que seguimos buscando toda nuetra vida, que nuestro espinazo tenga alguna, efímera o ilusoria, protección.
Si algo me ha gustado de este cuentito de Cortázar, es la referencia a ese minúsculo metro cuadrado, que plantea problemas al catastro, y que mecuerda la canción de Vainica Doble "un metro cuadrado".
ResponderEliminarSi no la conocen, pueden escucharla aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=rCkcEQ6WgcQ