miércoles, 9 de marzo de 2011

MARCEL DUCHAMP Y EL DECRECIMIENTO

Marcel Duchamp (1887-1968), fue un artista y ajedrecista francés, grabador de profesión. Tenía las cejas rubias, los ojos grises, la nariz mediana, el mentón redondo, el rostro oval y medía 1,68 metros de altura. No solicitaba nada, vivió siempre con presupuesto limitado, carecía de propiedades (fincas, automóviles, etc.), y ni siguiera poseyó una biblioteca personal. Nunca formó una familia en sentido escricto. Cuando se casó en 1954 con Alexina Sattler, ex mujer de Pierre Matisse, era demasiado tarde (eso dijo al menos) para “producir” descendencia biológica.

Viajó mucho, siempre con poco equipaje, y a veces sólo con lo puesto. Toda su existencia estuvo presidida por el ahorro, aunque entendido éste en un sentido opuesto al de la acumulación previsora de la ética burguesa. Consumir y producir lo mínimo posible era para él una manera elegante de preservar su libertad. Duchamp no se dejaba atrapar ni por una mujer en concreto ni por ningún movimiento artístico o literario (aunque transitó por buena parte de las vanguardias del arte de principios de siglo: dadá, el cubismo o el surrealismo, y fue uno de los artistas que más influyó en el arte moderno). No se sabe bien de qué vivió a lo largo de su vida, y ni siquiera él mismo fue capaz de dar al respecto explicaciones satisfactorias. Es obvio que él no tenía un gran interés por los asuntos económicos.

Un personaje así podría ser un modelo existencial, y no solo filosófico o intelectual, de otra corriente de pensamiento que últimamente está de moda: el decrecimiento, que tiene revistas y todo (en Francia e Italia), y que tiene bastantes intelectuales detrás (Serge Latouche, Nicolas Georgescu-Roeger, Karl Dolangi, Baudrillard y una pléyade de intelectuales más, muchos hispanoamericanos).

Constatan que la sociedad contemporánea, arrastrada por el imperio de lo económico y del crecimiento, está hiperacelerada, insaciablemente ávida de noticias y novedades, sometida a una avalancha de información, anuncios, estímulos y distracciones, que aturde la capaciad de atención, inocula el afán de consumir y tener más cada vez con creciente adicción, frustración e infelicidad.

Esas tendencias buscan el sentido de la vida en otros valores y modos de vida ajenos a la acumulación. No se trata de ascetismo, sino de encontrar la alegría de vivir que obviamente el actual sistema no la proporciona. Se quiere subir el nivel de vida concebido de otro modo, con iniciativas como “el buen uso de la lentitud” (Pierre Sansot), el “slow food” (Carlo Petrini), “la simplicidad radical (Jim Merkel), etc.... Se trata de fomentar el placer de vivir y convivir, desarrollarnos en el sentido de dejar de arrollarnos unos a otros, de tener más tiempo libre, crecer en creatividad, y ser ciudadanos responsables con un mundo bello y frágil, en el que todavía se pueda disfrutar de la naturaleza sin estar rodeado de basura.

Antecedentes históricos no faltan, desde que el oráculo de Delfos dijera “de nada demasiado”, la historia nos ha ido recordando filosofías de moderación, como el confucianismo que enseña “tanto el exceso como la carencia son nocivos”, o el clásico taoista Lao Tsi que dice: “Quien sabe contestarse es rico”; también la Biblia nos dice “no me des pobreza ni riqueza” (Proverbios), o la metáfora del camello y el ojo de la aguja cuando el evangelio de Mateo nos habla de los ricos. En fin, hasta Benjamín Franklin escribió que “el dinero nunca hizo feliz a nadie, ni lo hará... Cuanto más tienes más quieres. En vez de llenar un vaso vacío, lo crea...”.

Supongo que siempre ha habido utopías e ilusos, pero el pensamiento ecologista y su crítica están haciendo mella, y los desastres naturales que nos rodean y se aceleran, están poniendo nerviosos a los políticos y a los poderosos, el planeta se calienta, la energía escasea y los recursos naturales desaparecen, mientras cada vez hay más pobres y son menos pacíficos. A algunos no les salen las cuentas, empiezan a pensar, casi seguro que demasiado tarde, que las teorías del crecimiento son insostenibles. Algunos países desarrollados intentar razonar y paliar  su despilfarro, pero los países emergentes, con economías sin escrúpulos, los invaden y colonizan, con más destrucción y más pobreza y desigualdad, gracias al “invento” de la globalización. No parece haber salida.

A estas alturas, desde luego, nos reímos de todo eso. La gente ha aceptado la idea de su propia muerte individual, así que ¿por qué debería perturbar su paz mental la muerte de su civilización? A mí también, como a los demás, debería darme igual todo eso. Coherentemente dejo a los ecologistas la tarea de impulsar proyectos colectivos de decrecimento y de crítica del capitalismo.

Lo único que pretendo es vivir mejor. Me pondré manos a la obra a mi modo: haciendo una lista más. Esta vez la lista será de las cosas que debería hacer para decrecer, ¿la cumpliré?.

- Hacer uso de la lentitud deliberada y liberarse de la velocidad y la prisa.
- Comprar cada día una cosa menos.
- Pasear y charlar con los amigos.
- No coger el coche a menos que sea imprescindible.
- Practicar la siesta.
- Vivir en el campo y, si no puedo, estar más al campo.
- Aburrirme.
- Defender los tranquilos placeres materiales y sensuales, que proporcionen un goce lento y prolongado.
- Escribir y leer.
- Comprar menos alimentos envasados, menos en plásticos, tetabricks, etc...
- Reciclar toda mi basura.
- No escuchar, leer, ver noticias o novedades, ni en la radio, ni en la tele ni en los periódicos, sino hablar con la gente.
- Crear tiempo libre para la creatividad: música, pintura, artesanía, cocina, jardinería, conversación...
- Trabajar lo menos posible, reduciendo mis necesidades.



Fuente: suplemento Culturas. La Vanguardia
 Dibujos de Andy Singer

7 comentarios:

  1. ¡Diosssssss! ¿Se puede hacer todo eso?

    Lo de no comprar lo entiendo pero, ¿se puede uno defender de la "información"? De cualquier modo, gracias por la receta Antipático. Un placer leerte, como siempre, siempre...

    Un beso gordísimo, C.

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  2. Tienes razón, Cata, me temo que no está a mi alcance hacer todo eso, pero después de soltarlo me he quedado más tranquilo.

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  3. Creo firmemente que Antipático plantea un sueño posible. A lo mejor no todo y no todo de una vez pero la conciencia también evoluciona lentamente.
    Gracias Antipático por iluminarnos el dia.
    Que seas feliz hoy día y unos pocos empeños harán el pequeño mundo que nos rodea un poco mejor.

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  4. Todas estas reflexiones sirven muy bien para ilustrar el homenaje a José Luis Sampedro, con su eterna disidencia de este mundo. Comparto con ustedes unas hermosas palabras de este hombre, para mí, admirable:
    "Sea Ulises tu guía
    al viajar por tu vida, compañero
    Tapona tus oídos contra toda sirena,
    átate al duro mástil de tu barca
    Y, obediente a tu brújula secreta,
    pon rumbo a la aventura irrenunciable:
    el viaje hacia ti mismo.

    Un saludo.

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  5. Mira por donde, Anónimo, hace poco encontré un video en youtube sobre una entrevista a José Luis Sampedro. No es tan hermoso como el poema que compartes aquí, pero acaso ilumine algo como ve este sabio lo que está pasando.

    He aquí el enlace:

    http://www.youtube.com/watch?v=pftudoT5XmI&feature=player_detailpage#t=2s

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  6. Esta mañana desayuné dando la bienvenida a nuestras golondrinas...han llegado hay al nido que ocupan desde hace seis años...los mismos que tiene mi hijo...con ellas y con las zanahorias que están creciendo en una maceta me siento multimillonaria...GRACIAS
    Las lilas están a punto de florecer ...para ABRIL

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  7. Gracias. Otro cortito.

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