miércoles, 17 de noviembre de 2010

RIIIING! (FINAL)


Abrió la puerta. Encontró a un hombre alto, de mediana edad, escoltado por un par de fornidos mozos con la bata blanca.
- Hacía mucho tiempo que te andábamos buscando, Rosario. ¿Dónde te habías metido? No debiste irte de la clínica sin decirnos nada.
- Menos mal que ha venido, doctor González –respondió ella arrojandose en sus brazos–, le juro que no sé lo que ha pasado. He perdido la memoria de todos estos días. Me encontré sola en esta ciudad, y después ya no supe donde localizarle ni como volver al manicomio - dijo el hombre.
Ella sintió un gran alivio que le relajaba todos sus músculos. Después de tanta tensión no podía dejar de llorar.
- Han pasado nueve meses. Ni tus padres ni tus amigos sabíamos nada de ti. Hemos estado buscándote por todos lados. Anda ven con nosotros y me vas contando que has hecho durante todo este tiempo.
- No me acuerdo de nada, doctor -mintió ella-, menos mal que ha venido a rescatarme.
Cuando cerraban la puerta de su apartamento miró hacia atrás de reojo. En sus labios se esbozaba una sonrisa misteriosa, un punto siniestra... Nadie se acordó de los peces.

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